Los Sitios de Zaragoza

En 1805, Zaragoza era la segunda o tercera ciudad española. El censo señalaba que en la capital del Ebro vivían 48.000 personas. Tras los sitios en la Guerra de la Independencia, fallecieron en la ciudad 54.000 almas, aunque algunas fuentes las elevan a 80.000. Es decir, murieron más personas de las que vivían. No hay un error en los datos, ya que un gran número de aragoneses se refugió en la capital ante el asedio francés, debido a la decisión de Palafox de concentrar las tropas en la capital convirtiéndola en un fortín. La ciudad quedó destruida, asolada y a pesar de que todo aquello ocurrió a comienzos del siglo XIX, es posible que el mundo no viera nada semejante hasta la Segunda Guerra Mundial.


Ya nadie se acuerda de que Palafox perdió, la ciudad se hundió, perdiendo su lugar en la cumbre poblacional y de influencia en Europa, además provocó que los franceses ganaran posiciones y se situaran por delante en el conflicto, complicando por muchos años la resolución a la Guerra de la Independencia al haber cedido primero Aragón y luego Zaragoza.

José Rebolledo de Palafox y Melci nació en Zaragoza, el año 1776 en el seno de una familia noble. En aquella Zaragoza estaba viviendo una pugna interna por el poder entre quienes apostaban por los nuevos tiempos y los que defendían el Antiguo Régimen, como él. Llegó a decir: “Conocido es el riesgo que hay en los movimientos populares, pero hay la diferencia del hombre que ha recibido una buena educación y un buen nacimiento, que nunca olvida sus principios”. Un clasista que despreciaba a quienes no eran de su condición.


Pero vayamos al tema de hoy. El plan de Napoleón era conquistar militarmente Europa, implantando los ideales surgidos de la Revolución Francesa. Pasaba, este plan, por la toma de España y sentar a su hermano José Bonaparte en el trono español. Madrid fue invadida, y en mayo de 1808, los españoles se sublevaron en un intento por proteger a sus monarcas, que habían sido deportados a Francia en calidad de rehenes.

En la ciudad de Zaragoza se organizó una rebelión popular contra los gobernantes españoles, siendo Manuel Godoy el máximo representante. Las malas cosechas de ese año y la toma de Madrid no hicieron sino agravar el problema, y la situación de la ciudad de Zaragoza terminó por estallar el 24 de mayo. En Zaragoza se encontraba José Palafox, elegido como Capitán General por los zaragozanos, para que sirviese de cabecilla en su revuelta contra Godoy y sus políticas. Mientras tanto, Napoleón vio que Zaragoza ocupaba un importante enclave estratégico, una ubicación que le ayudaría a continuar con su plan de conquista de España.


El 15 de junio de 1808 comienza el primer asedio de Zaragoza por parte de los franceses, los ciudadanos se suman a las tropas que defienden la ciudad, así la mayor parte de los defensores eran personas con poca o nula formación militar. Tras algunos escarceos en el barrio de Casablanca y en los puentes sobre el Canal Imperial, los franceses lanzaron un gran asalto simultáneo contra varios puntos de Zaragoza: El Cuartel de Caballería del Portillo, donde son rechazados por dos veces; la Puerta del Carmen, donde no consiguieron penetrar; y Santa Engracia, que quedó desguarnecida ante el desorden de los defensores, permitiendo la entrada de la caballería polaca hasta la Plaza del Portillo, pero siendo expulsada por la reacción popular.

Los franceses se reorganizaron y lanzaron nuevos ataques contra la Aljafería, el Portillo, Puerta del Carmen y Santa Engracia. El 2 de Julio las tropas de Napoleón atacaron sobre Puerta Sancho, Agustinos y Portillo, donde murieron un gran número de defensores. Los franceses no tuvieron otra opción que levantar el asedio el 14 de agosto, merced a la derrota sufrida en Bailén, y pese a que los franceses invirtieron grandes esfuerzos y material, los zaragozanos se llevaron la peor parte de la contienda, aunque conservaron su ciudad.


Segundo asedio de Zaragoza. El 21 de diciembre de ese mismo año los franceses volvieron a asediar Zaragoza, en esta ocasión vinieron mucho mejor preparados además de contar con la experiencia anterior. Fue tal la rapidez con que los franceses impusieron el sitio que, los zaragozanos apenas tuvieron tiempo para preparar una defensa adecuada. La ciudad recibió gran cantidad de refuerzos militares, pero esto, más bien supuso un problema, ya que la ciudad no contaba con los medios necesarios para mantener tal cantidad de tropas y personas. La defensa se complicó, aún más, cuando surgió una epidemia de tifus que diezmó a las fuerzas españolas, afectando incluso el propio Palafox. Mientras el hambre y el frío hacían su trabajo, los franceses se dedicaban a bombardear la ciudad.

Para Francia, la ciudad era esencial para dominar la línea del Ebro. A España la estratégica ciudad le permitía apoyar a Cataluña, defender el Levante y taponar el acceso a la meseta. Como Zaragoza era una ciudad abierta, el general Palafox diseñó una resistencia calle a calle, construyendo barricadas, aprovechando los pocos espacios fortificados y preparando emboscadas entre las ruinas que iban aumentando día a día en la ciudad. Durante dos meses los aragoneses se aferraron a su ciudad con tenacidad, cobrándose sangre francesa por cada centímetro cedido y derramando la propia con generosidad.


Dejaron episodios de grandeza como la heroica resistencia del Portillo, en la que se distinguió una joven de apenas 19 años y de nombre Agustina Zaragoza Doménech, que pasaría a la historia como Agustina de Aragón. Logró detener a los franceses que habían abierto brecha en el Portillo, disparando un cañón sobre las tropas, lo que dio tiempo a los sitiados a redoblar la defensa en esa zona. Verdier había ofrecido a Palafox una rendición honrosa con el escueto mensaje “paz y capitulación”, a lo que éste respondió con otro no menos lacónico, “guerra y cuchillo”.

En esta segunda ocasión, Napoleón había atacado bien prevenido del carácter de los zaragozanos. Los mariscales Moncey y Mortier contaron con 35.000 hombres, más del doble que en su primer intento. Los franceses iniciaron el ataque con salvas interminables de artillería. Después comenzó el asalto y los aragoneses, nuevamente, se defendieron como jabatos. Muchos nombres han dejado la campaña de Aragón para la historia de España: Casta Núñez, la condesa de Bureta, Manuela Sancho, los generales Saint March o Villacampa.


La situación se tornó tan desesperada para los defensores que éstos se vieron obligados a rendirse el 21 de febrero de 1809, cumplidos dos meses de lucha desesperada. Zaragoza quedó prácticamente destruida, su población perdió cerca de 55.000 almas durante el segundo sitio, y tardaría mucho tiempo en recuperarse completamente. Al segundo asedio de Zaragoza sólo sobrevivieron 12.000 personas.
Ramón Martín

Comentarios

  1. Esto es una entrada magnífica, mi mas sinceras felicitaciones. Saludos.

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