Calle de San Vicente Mártir de Valencia


En la plaza de la Reina y en la vertiente que recae en la calle del Mar, se hallaba la Puerta Sucronense de los romanos, que por el trazado de nuestra calle, llegaba a la Ribera del Júcar. Los rótulos de nuestra calle han ido cambiando, la anchura es mayor, y su trazado no ha cambiado, buscando siempre los caminos hacia los pueblos de la Ribera del Júcar, prosiguiendo así hacia Al-Andalus.

Hoy callejearemos únicamente por el trazado de la calle San Vicente Mártir, comprendido desde la plaza de la Reina hasta la plaza de San Agustín, confluencia de las calles Játiva y Guillem de Castro.

Enseguida nos llama la atención, a los pocos metros y a mano izquierda, el gran templo de la iglesia parroquial de San Martín, que como todas las primeras tras la conquista de la ciudad por Jaime I el Conquistador, fue en su origen mezquita, sobre la que se levantó en 1372, este templo gótico de planta irregular. La fachada principal recayente a la calle San Vicente, presenta en toda su extensión un inmenso imafronte, en el que se abre su portada principal de estilo barroco, debida a Francisco Vergara, entre 1740 y 1750, y restaurada en 1899. Sobre dicha portada el grupo escultórico cincelado en bronce de San Martín. Se trata del famoso “cavallet de Sant Martí”, representa a San Martín en el momento de partir el manto con su espada, para entregárselo a un mendigo, que representa a Jesucristo. El donante de esta obra fue uno de los herederos del linaje de los Penyarrotja, de nombre Vicente, comendador de la Orden de Santiago. El interior de la iglesia es, como las del estilo de su época, de una sola nave de grandes proporciones, con seis capillas en cada uno de sus lados. Como os decía anteriormente, tiene la particularidad de tener planta irregular, en forma de trapecio.

De este principio de la calle de San Vicente Mártir cabe recordar que era su calzada tan estrecha, en este primer tramo, que se dice que los transeúntes tenían que subirse a los escalones de acceso al templo, cuando pasaban los tranvías de tracción animal. Debido a la presencia de la parroquia de San Martín, la calle recibió en tiempos el rótulo de calle de San Martín, y anteriormente, en la Valencia musulmana, el de calle de la Boatella, por estar entre actuales calle de San Fernando y la plaza de Mariano Benlliure, el Portal de la Boatella. Remontándonos a época romana, recibía el nombre de Vía Sucronense.


Ya desde finales del siglo XIX, se convino en denominar calle de San Vicente Mártir a todo el tramo que discurre entre la plaza de la Reina y la plaza de San Agustín. Pero no olvidemos que la calle sigue su largo recorrido a partir de San Agustín, recibiendo desde tiempo inmemorial en nombre de carrer de Sant Vicent de Fora. Camí de Sant Vicent, en recuerdo a que por este largo camino, fue arrastrado el cuerpo exangüe del diácono Vicente, patrono de Valencia.

Destaca esta calle por tener el trazado más recto y largo de la ciudad. Fue a mediados del siglo XIX, cuando se renovó gran parte de la edificación a uno y otro lado de la calzada. Comenzó reformándose su trazado de 14 a 16 metros, y fue una de las primeras en adoquinarse, allá por 1850.

En este comienzo de la calle, a la altura aproximadamente de su ingreso en la actual Plaza del Ayuntamiento, tenía una desviación a mano izquierda, que fue la famosa Devallada de Sant Francés, o Bajada de San Francisco. Estrecha y larga vía comercial, típica por sus fondas, cafetines, pequeñas tiendas, y todo tipo de vendedores ambulantes.

En el lado izquierdo de la calle, destaca el Pasaje de Ripalda, debido al arquitecto Joaquín María Arnau, y que fue el primer pasaje que se abrió en Valencia, uniendo las calles de San Vicente y la de Moratín, cubierto con cristal y hierro consigue así un máximo de luminosidad.

Al comenzar nuestro caminar por la calle, desde la plaza de la reina, nos llaman la atención los dos grandes edificios que se alzan a uno y otro lado. El de la parte izquierda, obra de Lucas García Cardona, forma chaflán, y en el destacan los motivos ornamentales a base de columnas corintias, miradores de madera y cerámicas representando “bacanales” danzando.

También del mismo Lucas García, es el edificio de la derecha, construido en 1909, y en el que llama poderosamente la atención, el friso de cerámica que recorre la parte superior y el remate en forma de cúpula con escamas de pizarra.

Tras pasar el cruce con la avenida de María Cristina, nos encontramos en la parte derecha de la calle, con un gran edificio dedicado a cine y teatro, con el título de Olympia, cuyas fachadas recaen, además de la principal en la calle San Vicente, a las calles de Garrigues, Maestro Clavé y Músico Peydró. Esta manzana correspondía antes de la desamortización de 1835, al histórico y famoso convento de San Gregorio. 

El edificio conventual fue derribado en el año 1913, levantándose en el solar un edificio de viviendas postmodernista por el arquitecto Vicente Rodríguez Martín, según proyecto de 1914. En el edificio se incluye el Teatro Olympia, que se inauguró el 10 de noviembre de 1914. Desde el 19 de marzo de 1923 pasó también a ser salón de cine.


Prosiguiendo por la calle de San Vicente Mártir, llegamos a la plaza conocida como de San Agustín, por estar en ella la fachada lateral del templo gótico de un antiguo convento de monjes agustinos que allí existió. Esta área estaba delimitada por la muralla cristiana del siglo XIV, que al ser demolida se convirtió en la Ronda que recibe los nombres de Játiva y Guillem de Castro.

Justamente en esta muralla, existía el llamado Portal de San Vicente, que debía su nombre al estar justo en el Camino de San Vicente, y porque iba directamente al monasterio de San Vicente de la Roqueta.

Debido a la aparición sobre dicha puerta en 1600 de San Vicente Ferrer, patrón del Reino, en actitud de defender la ciudad de una grave peste, se colocó en la misma puerta por su parte exterior una imagen de San Vicente Ferrer en 1677, poniéndose en su parte interior la imagen de San Vicente Mártir, en 1681. Este portal fue sustituido por uno de tres puertas, siendo inaugurado el 15 de mayo de 1835, que habría de sucumbir como el resto de la muralla excepto las de Serranos y Quart, en 1868.


El lector se preguntará que fue de las imágenes de los dos patronos, Valencia y Reino. Pues bien, la de San Vicente Mártir se instaló en 1950 frente a la iglesia parroquial de su titulación en la plaza de España, en el cruce de las calles San Vicente Mártir y Gran Vía de Ramón y Cajal, justo en el área de “La Roqueta”; mientras la de San Vicente Ferrer, se instalaba en la plaza de Tetuán, cerca de la casa natalicia de dicho santo y frente al convento de Santo Domingo, donde profesó en la Orden de Predicadores.

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