La Taifa de Badajoz


La Taifa de Badajoz se creó, como tantos, alzándose allí el eslavo Sabur.

Sabur al-Amirí fue un eslavo (saqaliba) liberto de Almanzor, que se proclamó hayib (chambelán) en la Marca Inferior y decidió ejercer el poder de una forma autónoma con respecto a Córdoba. Una de sus medidas fue poner su capital en Badajoz en detrimento de Mérida. Sus apoyos fueron los notables locales, y entre ellos escogió como visir a Abd Allah ben Maslama ben al-Aftas, perteneciente a una familia bereber de la tribu de los Miknasa llegada con los conquistadores en el siglo VIII, y por tanto muy arabizada.

Cuando Sabur murió en 1022, Abd Allah tomó el poder y formó su propia dinastía con la aprobación de sus súbditos. Sabur dejó dos hijos que reclamaron la sucesión. Al no conseguirla se refugiaron en Lisboa constituyendo una subtaifa. Pasado un tiempo, un hijo de Abd Allah acabó con la resistencia de los dos hermanos.

Abú Muhammad Abd Allah ben Maslama ben al-Aftas al-Mansur fue el primer régulo bereber de la dinastía aftasí. Tomó el título honorífico de al-Mansur con la pretensión de parecer cercano a la etnia árabe. Durante su reinado estallaron las hostilidades con la taifa de Sevilla, la cual pretendía apoderarse de la ciudad de Beja. Abd Allah se adelantó enviando a su hijo Muhammad para que la defendiera. Los sevillanos, apoyados por la taifa de Carmona, acudieron e iniciaron el asedio. A pesar de que fueron ayudados por la taifa de Mértola, el reino de Badajoz perdió la plaza, sus habitantes fueron masacrados y Muhammad fue hecho prisionero y llevado a Carmona. En 1030, gracias a unas negociaciones, fue liberado. En ese mismo año, Abd Allah reforzó las murallas de Badajoz.





En 1033, la rivalidad entre las taifas de Badajoz y Sevilla se volvió a poner de manifiesto cuando Ismail, hijo del régulo de Sevilla, realizó una expedición contra los cristianos por lo que necesitó atravesar el territorio del reino de Badajoz con la autorización de Abd Allah. Sin embargo, al regresar fue objeto de una emboscada y su ejército fue aniquilado, por lo que tuvo que buscar refugio en Lisboa. Desde ese año, la única información que se tiene de su reinado es la fecha de su muerte ocurrida en diciembre de 1045.

Abú Bakr Muhammad ben Abd Allah al-Muzaffar sucedió a su padre Abú Muhammad y tomó el título honorífico de al-Muzaffar (el Triunfador). Fue un hombre culto que llegó a componer una gran enciclopedia, hoy perdida, a la que llamó al-Muzaffarí.

Al principio de su reinado se defendió eficazmente de los ataques del régulo al-Mamun de Toledo. Estos no dejaron de ser riñas fronterizas debidas al afán expansionista del toledano.

La ocupación de la taifa de Mértola por al-Mutadid de Sevilla y su ataque a la de Niebla hicieron que las taifas de Badajoz, Carmona, Málaga, Algeciras y Granada organizaran una coalición para oponerse a la expansión de Sevilla. Aquella fue en un principio comandada por el régulo Badis de Granada y más tarde por al-Muzaffar. Algunos historiadores añaden Arcos, Morón y Huelva a la coalición. Varios años duró la guerra, en la que el reino de Badajoz llevó la peor parte. Al-Muzaffar sufrió una grave derrota cerca de Évora en 1050. Sus campos y alquerías fueron asolados sin que pudiera remediarlo, y tuvo que ir a la defensiva durante el resto de la guerra. Las hostilidades terminaron en 1051 gracias a la mediación de los mandatarios cordobeses.




Entre 1057 y 1058 Fernando I de Castilla y León asedió Santarém y Coímbra y conquistó, entre otras, las plazas de Lamego y Viseu. Para conseguir la paz, al-Muzaffar tuvo que pagar parias por valor de cinco mil dinares anuales. Murió al-Muzaffar entre 1067 y 1068, y fue sucedido por su hijo mayor Yahya ben Muhammad.

Yahya ben Muhammad al-Mansur tomó el título de al-Mansur. Tenía un hermano menor llamado Umar ben Muhammad, gobernador de Évora por disposición de su padre, que le disputó la sucesión del reino. La guerra desoló la taifa, situación aprovechada por Fernando I que pidió un aumento de las parias bajo la amenaza de aliarse con su rival. El rechazo de la demanda llevó al castellano-leonés a atacar las fronteras y amenazar la propia ciudad de Badajoz. Los hermanos buscaron la alianza de las taifas vecinas. Yahya encontró la ayuda de Toledo y Umar la de Sevilla. Después de una serie de enfrentamientos y treguas que debilitaron aún más al reino de Badajoz, los hermanos convinieron que Yahya dominaría en Badajoz con supremacía sólo nominal sobre Umar y éste seguiría en Évora.

Umar ben Muhammad al-Mutawakkil accedió al trono de Badajoz tras la muerte de su hermano Yahya al-Mansur en 1072. Tomó el título de al-Mutawakkil. Era un hombre culto con grandes dotes para la poesía. En 1079 tomó posesión de Toledo porque los toledanos, cansados de la anarquía reinante en la ciudad, se la ofrecieron. Su régulo al-Qadir huyó a Cuenca. Pero al-Mutawakkil tuvo que regresar a Badajoz ante el ataque de Alfonso VI. Éste, después de arrebatarle la plaza de Coria, repuso a al-Qadir en Toledo.

Ante la toma de Toledo por Alfonso VI en 1085 y su presión sobre Badajoz, al-Mutawakkil intentó reconciliar a los demás reinos para oponerse al castellano-leonés. Una de las medidas que adoptó, junto con al-Mutamid de Sevilla, fue la de enviar embajadores al norte de África para pedir la ayuda del emir almorávide Yusuf ben Tasufin. Éste aceptó y cruzó el Estrecho con su ejército para defender a las taifas. Su primer objetivo fue la defensa del reino de Badajoz, que era el que estaba más expuesto a las tropas cristianas. En octubre de 1086, éstas se enfrentaron al ejército almorávide apoyado por los de las taifas y vencieron a Alfonso VI en Sagrajas/Zallaqa, a unos cuatro kilómetros de Badajoz.

Cuando en 1088, después de volver del norte de África por tercera vez, fracasar en el sitio de Aledo, de la taifa de Murcia, Yusuf ben Tasufin decidió apoderarse de dichos reinos. Al-Mutawakkil creyó que el emir almorávide dejaría en paz a Badajoz, de hecho, lo felicitó por sus conquistas de otras taifas e incluso le ayudó en la toma de Sevilla. Pero temeroso de seguir los mismos pasos que los reinos vecinos, en 1093, negoció con Alfonso VI la entrega de las ciudades de Santarém, Lisboa y Sintra por ayudarlo contra los almorávides. En 1094, los almorávides invadieron el reino de Badajoz mientras al-Mutawakkil se refugiaba con sus hijos en la alcazaba. Allí resistieron hasta que en 1095 ó 1096 fueron vencidos y ejecutados.

Hubo un heredero llamado al-Mansur III que resistió muy poco más en la plaza de Montánchez, hasta que se entregó a Alfonso VI.

Ramón Martín

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