La reina María Cristina pasando revista
El título de este óleo sobre lienzo, de
300 X 460 cm, es en realidad “La reina María Cristina y la reina Isabel,
pasando revista a las baterías que defendían Madrid en 1837”. Fue pintado en
1866, como decoración de techo para el palacio de la reina María Cristina en
París, el lienzo evoca una de las visitas que la reina gobernadora, acompañada
por la pequeña Isabel II, realizó a sus regimientos apostados en los
alrededores de Madrid, para infundirles moral durante el asedio a que
sometieron a la capital de la Corte los ejércitos partidarios de la legitimidad
sucesora del infante Carlos María Isidro durante la primera guerra carlista
Éste es uno de los cuadros más
singulares pintados por Fortuny a lo largo de toda su vida. Las especiales
características del encargo y las enormes dificultades de su desarrollo
escénico saltan a la vista en una primera contemplación del lienzo. Fortuny plantea
el ángulo visual de la composición en un plano rigurosamente vertical, y no
para ser visto a gran altura encastrado en un techo. Se ve obligado a forzar su
perspectiva en picado para ocupar toda la superficie del lienzo, distribuyendo
claramente dos planos narrativos, de acciones por lo demás incompatibles: la
revista real que tiene lugar en el primer término, en una disposición escénica
y protocolaria de absoluta calma, que en nada hace intuir el riesgo amenazante
del fuego cruzado que está teniendo lugar simultáneamente en el cercano campo de
batalla que se despliega en la lejanía hasta un horizonte de suaves laderas,
cuyo tratamiento, perspectiva y proporciones Fortuny resuelve de forma
completamente independiente.
Fortuny despliega en tan amplia
superficie sus mejores dotes para la composición de la escena militar, atento a
las figuras de los primeros planos, particularmente en la descripción de las
caballerías entre la polvareda y los uniformes de los oficiales, exigiendo la
máxima atención en los retratos de las reinas, realizados con un virtuosismo de
verdadero miniaturista, a pesar de la gran distancia a la que el lienzo habría
de ser contemplado. Esta técnica paciente y minuciosa se vuelve más libre en el
paisaje abierto que se despliega por la mayor parte del lienzo, en el que
descansa verdaderamente su mayor interés artístico. El pintor se muestra atento
a matices como el humo de los fusiles que disparan los soldados, que distribuye
a lo largo de todo el espacio visual del paisaje como un verdadero tablero de
operaciones, sin descuidar detalles de ambientación verdaderamente sugerentes,
como la caravana de tropas con carretas que se acerca por el camino del fondo.
Con todo, es una pintura en la que la visión poderosa del paisaje se impone
sobre la propia carga narrativa de la escena, en la que Fortuny se aleja de los
convencionalismos al uso en este género para dar una visión plenamente realista
y creíble a su representación.
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