Calle Roger de Lauria en Valencia


    Todo el mundo conoce esta calle con viejo rótulo, pero haciendo siempre alusión al ilustre apellido Lauria; quizás desconociendo el título completo que hace mención también del nombre de aquel esforzado caballero, Roger de Lauria.   
    La calle pues de Roger de Lauria, de todos conocida y transitada, es junto con su próxima calle de Las Barcas, una de las principales arterias urbanas que une desde tiempos antiguos esta zona, en un principio del convento de San Francisco y luego, hasta hoy, del centro de la ciudad, con el ensanche de Colón hacia la Gran Vía del Marqués de Turia.

    Hasta principios del siglo XX y mientras existió el Barrio de Pescadores, la calle recorría toda la parte meridional de dicho barrio, mientras que la de Las Barcas lo hacía por la vertiente Norte del mismo. Desaparecido aquel viejo y deteriorado barrio, los solares y callejuelas que lo seccionaban, quedaron convertidas en suntuosos edificios.
    La calle Roger de Lauria, en la actualidad, forma moderna cuadricula junto con las calles de Las Barcas y Correos cruzadas por Pérez Pujol y Pascual y Genís. Toda esta cuadricula del ensanche interior de la ciudad realizado a partir de 1900, no es más que un verdadero núcleo del antiguo y desaparecido Barrio de Pescadores. El crecimiento y desarrollo del centro urbano, sobre todo en esta zona realizado a partir de los años de 1960, aprovechó solares como los del Colegio Imperial de los Niños de San Vicente Ferrer para construir grandes edificios.
    La arquitectura resultante de la transformación del viejo Barrio, fue en el de un plan de casas de viviendas de la burguesía media alta, de tres y cuatro plantas; en algunas de ellas se introdujeron la novedad del ascensor. En los edificios de época que quedan en pie, aún se aprecia la importancia que en su momento tuvieron las puertas de zaguanes, estucos de fachadas, remates, hierros forjados, etc.

    Las ruinosas casas de que nos hablan los expedientes de Policía Urbana de la época, una vez demolidas dieron paso a edificaciones de relevante importancia que debemos aquí resaltar. Una de ellas sería el ya mencionado en la publicación de la Calle de Correos.
    La arquitectura que abunda generalmente en la calle Roger de Lauria pertenece al estilo comúnmente denominado “eclecticismo”; estilo que surgió con fuerza en el siglo XIX, sobre todo a partir del año 1850, cabalgando entre el modernismo y el clasicismo académico, y cuyo exponente típico lo constituyen gran parte de los edificios de finales del siglo pasado y principios del nuestro en esta calle, manifestándose plenamente en lo que fueron viviendas de la burguesía media y alta de la época.
    Los expedientes de Policía Urbana de principios de siglo nos hablan de la realización de estos conceptos arquitectónicos en la calle. Aquí y haciendo esquina con la de Pérez Pujol, vemos plasmados estos elementos en la casa de principios de siglo señalada con el número 3. Consta de planta baja, cuatro pisos y desván. El chaflán decide prácticamente toda la construcción; chaflán que remata con óculo y guirnalda de flores. Y en consonancia con el estilo de la fachada, a resaltar también el zaguán con suelo de mármol y techo y muros decorados. Otro tanto podríamos decir de varios de los edificios restantes, como el que en el número 5 realizó el arquitecto Enrique Viedma en 1930 para sede del Banco Trasatlántico. Y así, en sucesivos edificios irán dejando su impronta prestigiosas figuras de la construcción, como Peregrín Mustieles, Lucas García, Luis Ferreres y otros.
    Cuando todavía a fines del siglo pasado existía el Barrio de Pescadores, el vial urbano de la actual calle, iba desde la calle denominada Sagrario de San Francisco hasta la que ahora conocemos como de Pascual y Genís. No llegaba, entonces, hasta Colón, pues todo ese tramo correspondería años más tarde al primer ensanche de Valencia.
    Dicho tramo, entre Pascual y Genís y Colón, eran huertos circundados por el Muro de los Judíos, ahora calle de Colón. De aquel tiempo sabemos que la calle Roger de Lauria recibía el nombre de Forana de Peixcadors. Y tal rótulo de “Forana” lo era por corrupción de la palabra “Fora”, con el cual quería expresarse que se hallaba fuera de o separada de la ciudad.
    De aquel viejo rótulo de Fora o Forana de Peixcadors tenemos noticias por documentos del Almotacén, de fecha 29 de octubre de 1656, 6 de mayo de 1692 y 5 de marzo de 1705. El nombre de Roger de Lauria y no “Lauria” a secas como todos la conocemos, es más tardío.
    Fue precisamente el 20 de noviembre del año 1858, cuando el entonces cronista oficial de Valencia, don Vicente Boix y Ricarte, consiguió del Ayuntamiento se le dedicase aquella primitiva calle que iba convirtiéndose en importante arteria de acceso al nuevo centro de la ciudad, al célebre marino Roger de Lauria. Sin embargo, este cambio de nombre no aparece en los planos de la ciudad hasta el año 1892.
    Con respecto a la figura del personaje que rotula nuestra calle, cuyas gestas navales ocuparon la segunda mitad del siglo XIII, diremos que se trata de Roger de Lauria, nacido en Italia en el año 1250, de noble alcurnia. Fue educado en la corte del rey Pedro III de Aragón. Nombrado por dicho monarca Gran Almirante de la Escuadra de su Reino, durante su mandato destruyó las galeras provenzales en aguas de la Isla de Malta. Derrotó igualmente a la armada napolitana. También abatió el orgullo del prepotente Carlos de Anjou. Así, tras estas y otras muchas victorias navales, recorrió victorioso las costas mediterráneas. Por estas razones, a él se atribuye la célebre frase de que “no debía surcar ningún pez por el Mediterráneo, que no llevase sobre sus lomos las barras de Aragón”. Tras el triunfo obtenido después del histórico episodio de las célebres “Vísperas Sicilianas”, Roger de Lauria, con su familia, se afincó definitivamente en Valencia.
    Roger de Lauria, cuya vida de intrépido marino transcurrió ya aquí en Valencia hasta que murió el 17 de enero de 1305, bien merecía el homenaje de esta su segunda patria, desde donde preparaba y realizaba sus mejores incursiones navales, al tiempo que defendía nuestras costas.
    Por ello, Valencia, asesorada por su historiador y cronista, Vicente Boix y Ricarte accedió, por medio de sus munícipes, a dedicarle una de sus mejores calles y cuyo resultado urbanístico ha consistido en prolongar el primitivo trayecto desde la intersección de Pascual y Genís hasta la calle de Colón.

    La calle, cuyo largo recorrido ha sido escenario de las más variadas actividades. Desde el ya desaparecido Colegio Imperial de los Niños de San Vicente Ferrer, pasando por el acreditado y ya también demolido Hotel Regina, anteriormente llamado “Cuatro Naciones”, y continuando por la Delegación en Valencia de la célebre firma de automóviles “La Hispano Suiza”, hasta ser hoy una calle muy codiciada por entidades bancarias, sin olvidar que por esta calle, hacía también su recorrido la única línea de trolebuses, que unía Monteolivete a la calle de la Sangre.

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