Antonio de Orleáns, duque de Montpensier

Pocas familias han jugado un papel tan importante en la historia de España en el siglo XIX y XX como la familia Montpensier. Lazos familiares, intrigas y ambiciones que, al final, no dieron los frutos esperados. 

Antonio de Orleans, duque de Montpensier, nació el 31 de julio de 1824 en París. Su madre era la princesa María Amelia de las dos Sicilias y su padre el duque Luis Felipe de Orleans. El matrimonio tuvo diez hijos. Antonio fue el último. Reinaba en Francia Carlos X, que había sucedido a su hermano Luis XVIII que, a su vez, reinó tras la caída de Napoleón. Fue el último rey coronado de Francia. Sus problemas con la burguesía y los liberales contrarios a sus ideas absolutistas hicieron que su reinado sólo durase seis años. Después se le ofreció el trono a Luis Felipe de Orleans que reinaría desde 1830 hasta 1848 año en que fue apartado del poder llegando la II República. 

El reinado de Luis Felipe se conoce como la monarquía burguesa. La posición de la familia Orleans se fue afianzando a nivel Europeo. La segunda hija del matrimonio, la princesa Luisa, se casó con el rey Leopoldo I de Bélgica, su cuarto hijo, Luis Carlos, duque de Nemours, sería el padre de Gastón de Orleans, emperador de Brasil, Clementina, la sexta hija, sería la madre de Fernando I de Bulgaria. Poco a poco iban copando puestos. 

Todos los hijos varones hicieron carrera en el ejército. Nada más terminar sus estudios en el colegio, Antonio de Orleans comenzó su carrera militar. Era un estudiante brillante. Dos años después del ingreso en la academia ya era capitán. En 1844 recibió la Legión de Honor por sus acciones en la guerra colonial de Argel. 

La reina regente española, María Cristina, y su hermana, la infanta Luisa Carlota eran sobrinas de María Amelia de las dos Sicilias y había tratado mucho con la familia de Orleans durante su exilio en París. Llegado el momento de buscar marido para la futura reina Isabel II esto supuso un problema internacional. Por un lado Luisa Carlota quería que Isabel y su hermana, Luisa Fernanda, se casasen con sus hijos, don Francisco de Asís de Borbón y Don Enrique de Borbón. Pero la posibilidad de que Isabel se casase con un pretendiente francés no gustaba a Inglaterra. Francia, por su parte, veto al príncipe Leopoldo de Sajonia-Coburgo (quién después se casó con la hermana de Antonio de Orleans, Luisa). 

Finalmente Francia e Inglaterra acordaron que el futuro rey consorte debía ser descendiente de Felipe V de España. Esto sirvió para que Francia tejiera una complicada red de cara al futuro: querían que Isabel II, de salud débil, se casase con uno de sus primos, por otro lado, su hermana había de casar con un Borbón francés. Quién mejor que Antonio de Orleans, duque de Montpensier. Jugaban con la idea que Isabel no tendría hijos y así, finalmente, Montpensier accedería al trono a través de Luisa Fernanda, heredera de su hermana. Parece ser que a la reina María Cristina no le tembló el pulso al acceder a un matrimonio que a todas vistas iba a ser un desastre y con el que tendría que cargar su hija. Sacrificó a Isabel en beneficio de Luisa Fernanda.

Una vez celebradas las bodas reales en 1847, los nuevos esposos Montpensier partieron a Francia. Establecieron su hogar en el palacio de las Tullerías y el castillo de Vincennes. El duque de Montpensier dio fastuosas fiestas y no reparó en gastos llegando a pasar ciertos apuros económicos. Una oportuna herencia le hizo recuperarse económicamente. 

En 1848 llegó la revolución y la familia real francesa tuvo que huir del país. Aunque parezca increíble, en la huída, Antonio de Orleans estaba tan preocupado por la seguridad de sus padres, que se olvidó de su mujer, Luisa Fernanda, que además estaba embarazada en el palacio. Esta huyó a casa de su madre, exiliada en París y de ahí al castillo de Eu, pero para entonces los Montpensier ya se habían ido a Inglaterra. Luisa Fernanda les siguió hasta allí. La idea era pedir asilo político en Inglaterra, pero la boda de Luisa Fernanda con un Montpensier había disgustado tremendamente a la reina Victoria de Inglaterra. El matrimonio no podía seguir en suelo británico. En marzo quisieron ir a Bélgica, pero tampoco eran bien recibidos allí. Finalmente se decidió que fueran a España. 

Habían pasado dos años y la corte a la que volvió Luisa Fernanda no era la misma. Su hermana Isabel estaba sufriendo un matrimonio inexistente y el puesto de confidente de Luisa Fernanda ya había sido ocupado por otra persona afín a la reina. Los Montpensier tenían otro problema: el estado francés se había incautado de todos sus bienes. Reclamaron por ello la parte de la herencia de Fernando VII que todavía no había sido repartida. Luisa Fernanda heredó joyas y grandes sumas en metálico. También el palacio de Vista Alegre que había sido de la reina María Cristina y que con el tiempo vendería al Marqués de Salamanca. Con esta nueva situación financiera, los Montpensier quisieron instalarse en Madrid, pero el gobierno se negó no queriendo más focos de intrigas en la capital. Decidieron por tanto irse a Andalucía. 

En septiembre de 1848 nació su primera hija, Isabel, en los Reales Alcázares de Sevilla. Pensaron comprar el palacio de Carlos V o el Generalife en Granada, pero el gobierno no dio el visto bueno. Finalmente se instalaron en el palacio de San Telmo de Sevilla. Durante los siguientes años adquirieron varias propiedades por toda Andalucía como una finca en Castilleja de la Huesca donde convirtieron un antiguo caserón que había sido de Hernán Cortés en una casa neomudéjar, otra finca en San Isidoro del Campo y el palacio de los marqueses de Villamanrique. Les gustaba mucho Sanlúcar de Barrameda y compraron allí muchas propiedades a buen precio gracias a la desamortización. El duque dejó construir una mansión de estilo neomudéjar como segunda residencia. Compró terrenos adyacentes para abastecer de agua el castillo, finca que se llamó el jardín Botánico, después el coto de Torre Breva, terreno de caza y viñedos. Los Montpensier se convirtieron en potentados terratenientes y en el centro de la sociedad tanto noble como burguesa de Sevilla.

Recreaban una pequeña corte, al margen de la de Madrid. Sus actos benéficos, sus fiestas, sus mecenazgos hicieron que fueran muy populares en Andalucía. A partir de 1850 tanto Isabel II como su hermana Luisa Fernanda comenzaron a reunir una numerosa prole de descendientes: 

Luisa Fernanda tuvo en 1848 a María Isabel, en 1851 a María Amelia, en 1852 a María Cristina, en 1856 a María de la Regla, en 1859 a Fernando, en 1860 a Mercedes, en 1862 nació Felipe, en 1866 Antonio y en 1867 Luis María. 

Isabel tuvo en 1852 a la infanta Isabel, la Chata, en 1854 a María Cristina, en 1857 al heredero, el príncipe Alfonso, en 1859 a Concepción, en 1861 nació Pilar, en 1862 Paz y en 1864 Eulalia. 

Evidentemente, a medida que Isabel iba teniendo más hijos, más se alejaban las posibilidades de Luisa Fernanda de poder ocupar el trono en caso de que algo sucediera a Isabel. Montpensier veía sus esperanzas diluirse con cada parto. Mientras esperaba tiempos mejores, Montpensier se dedicó a sacar provecho de sus tierras que producían más que las restantes de su época. Exportó naranjas a Inglaterra. Se convirtió también en mecenas de artistas mientras que Luisa Fernanda iba centrando su vida cada vez más en actividades benéficas y religiosas. Montpensier se convirtió en una especie de príncipe burgués y hombre de negocios. 

Tenía muchos contactos en las otras cortes de Europa y se relacionó con los hombres más importantes de su tiempo. Tenía fama de ser una persona inteligente, buen conversador, irónico y muy ambicioso. 

En 1861 murieron dos de los hijos del matrimonio Montpensier, María de la Regla y el pequeño Felipe. Luisa Fernanda fue buscando cada vez más refugio en la religión. En 1865 la hija mayor, Isabel, se casó con su primo, Felipe de Orleans, conde de París. Era hijo del hermano mayor de Antonio de Orleans. A partir de 1866, año que murió la madre del duque, éste cambiaría de actitud en cuanto a la corona de España. De una actitud de espera pasó a la acción. Emprendió una campaña de desprestigio hacia Isabel II sin dejar de lado su escandalosa vida sexual (recordemos que extraoficialmente ninguno de sus hijos fue engendrado por su marido Francisco de Asís). Luisa Fernanda se acercó a Madrid para aconsejar a su hermana acerca de la mala imagen que tenía el gobierno y la corona entre el pueblo. Isabel no quiso escucharla. 

Montpensier quería reflejar de cara al público que él y su familia era una trabajadora familia burguesa. En 1868 los Montpensier fueron expulsados de España. Se dijo que habían sido encontradas pruebas que le relacionaban con un complot para destronar a la reina y conseguir él así la corona. Montpensier marchó a Portugal desde donde seguía en contacto con los generales Prim, Serrano y Dulce que aseguraban una pronta caída de la reina. Montpensier tenía buenas relaciones con don Fernando de Coburgo, rey viudo de Portugal. Sin embargo esto no le impidió animar a éste a que se casara con su amante, la cantante Elisa Hensler, de manera que el matrimonio morganático dañara su imagen a nivel internacional e impidiera un posible acceso al trono de España en el futuro.

A finales del verano de ese mismo año, el pronunciamiento militar de los generales Prim, Serrano y Topete obligaron a la reina a exiliarse en París, donde fue bien acogida por Napoleón III y su esposa, Eugenia de Montijo. Napoleón III había incautado todos los bienes de los Orleans y se oponía a que un miembro de esa familia ocupase el trono de España. Hizo saber esto al general Serrano impidiendo así cualquier movimiento por parte de Montpensier.

El general Prim comenzó su labor de búsqueda de un sucesor al trono. La posible elección del prusiano Leopoldo de Hohenzollern-Sigmaringen propició la guerra franco-prusiana que costó el trono a Napoleón III. 

En 1870 Montpensier regresó a España. Fue directamente a Madrid para entablar conversaciones con el general Serrano. Para entonces se había desatado una dura campaña contra Montpensier a la que no era ajena el infante Enrique de Borbón, cuñado de la reina Isabel, primo y compañero de estudios de Montpensier. Don Enrique había sido siempre una especie de persona non-grata en los ambientes palaciegos. Era demasiado liberal para los gustos nobles. Además no tenía fortuna. Por otro lado es posible que Don Enrique estuviera resentido con Montpensier que había conseguido casarse con Luisa Fernanda, puesto que en un principio habían pedido para Don Enrique. El hecho es que en una Carta abierta a los Montpensieristas Don Enrique tildaba a Antonio de Orleans de hinchado pastelero francés. Ante tamaña afrenta Montpensier no dudó en retar a Don Enrique a un duelo. Quiso la fortuna, o la desdicha, que ambos fallaran los dos primeros tiros, acertando Montpensier en el tercero y causándole la muerte a Don Enrique. Esta muerte causó un impacto terrible en la sociedad española y con ella desaparecieron las posibilidades de convertirse en rey para Montpensier. Aun así tuvo suerte porque la pena que se le impuso fue leve: un mes de destierro de Madrid y el pago de una importante suma a los descendientes del fallecido. 

Pero el año 1870 iba a traer más muertes consigo, muertes en las que también estaba involucrado Montpensier. El general Prim había logrado que las Cortes se decantasen por su protegido, Amadeo de Saboya, como nuevo rey de España. El día antes de la llegada de éste a nuestro país, el general Prim fue asesinado. Hoy en día ya nadie duda que Montpensier estuvo implicado en este magnicidio. Como capitán general Antonio de Orleans debía prestar su adhesión al nuevo rey, sin embargo se negó a ello y fue desterrado a Menorca. En noviembre de 1870 murió María Amelia, su hija, en San Telmo. 

Al haber caído Napoléon III, las propiedades franceses habían sido restituidas a los Montpensier. Así Antonio decidió poner tierra de por medio y, de momento, la familia marchó a Cannes. Al poco tiempo fueron a visitar a Isabel II en su exilio parisino. Tras tres años de desencuentros las dos hermanos hicieron las paces. Además Montpensier tenía ahora un nuevo objetivo: influir sobre su sobrino Alfonso que tenía posibilidades de llegar a ser el futuro rey de España si las cosas marchaban como él esperaba. 

Los Montpensier se trasladaron a París y vivieron en el barrio de Faubourg St. Honoré. Allí Alfonso trataría con más frecuencia a su prima María de las Mercedes que se convertiría en su esposa. En 1873 murió Fernando, el hijo mayor de los duques. Un año después murió el infante Luis. Ya sólo les quedaban Mercedes, María Cristina y Antonio. Evidentemente su madre, Luisa Fernanda, no llegaría a recuperarse de aquellas pérdidas. No sólo había perdido a cinco de sus hijos, había sufrido destierros por las actividades políticas de su marido que estaba cada día más involucrado en su actividad pública. Todo ello la hizo ser cada vez más reservada y recluida en sí misma. 

Ese mismo año Amadeo de Saboya abandonó España y se proclamó la I República que duró 22 meses. A primeros de año de 1874 el general Pavía entró en las Cortes y comenzó la regencia del general Serrano. En diciembre de 1874 el general Martínez Campos proclamó rey de España a Alfonso XII quién regresaría al mes siguiente. El duque de Montpensier volvió a recuperar sus antiguos cargos pero Cánovas del Castillo, jefe del gobierno, no le permitió regresar, al igual que hizo con la reina Isabel II. Solamente la infanta Isabel pudo regresar junto a Alfonso ocupándose de los asuntos de la Corte. 

En enero de 1876 por fin la familia Montpensier pudo regresar a San Telmo. Isabel II seguía en París, viendo como otra vez su hermana y cuñado pasaban delante de ella. A pesar del rechazo de su madre, Alfonso decidió casarse con su prima María de las Mercedes. Isabel II y sus hijas Pilar, Paz y Eulalia regresaron a España en 1877. Fueron a Sevilla. Evidentemente allí la reina Isabel no podía sentirse a gusto ya que era una especie de semi-corte de los Montpensier. Decidió regresar a París y no asistir a la boda de Alfonso con la hija de uno de sus peores enemigos. 

El 23 de enero de 1878 se celebró la boda de los dos jóvenes en la basílica de Atocha. Pero la dicha fue corta. Seis meses después murió María de las Mercedes. Tras su fallecimiento se pensó en una boda de Alfonso con la hermana de ésta, María Cristina, pero ella también murió en abril del año siguiente. En agosto falleció la hermana de Alfonso, la infanta Pilar. 
La Casa Real estaba de luto. Pocas veces se habían dado tantas muertes en tan poco espacio de tiempo y trastocando tanto los planes de futuro. Pero el mundo seguía y Alfonso tenía que buscarse otra esposa para afianzar la monarquía borbónica. Se casó con María Cristina de Habsburgo. Tuvieron dos hijas, María de las Mercedes y María Teresa. Sin embargo, cuando estaba embarazada de su tercer hijo, el futuro Alfonso XIII, el rey murió en 1885 a los 28 años. Los únicos herederos varones de la corona eran en aquel momento el duque de Montpensier y su hijo Antonio. Se decidió entonces que éste último se casara con su prima Eulalia, hermana de Alfonso XII, a pesar de que ella se negó rotundamente en un primer momento. Sin embargo esta boda iba a traer más disgustos que alegrías y terminaría en un escandaloso divorcio. 

Por su parte Antonio de Orleans ya era un hombre de edad más que madura para su época. Había conseguido, por lo menos, que su hijo Antonio se casara con la hermana del rey, parecía que el trono se seguía resistiendo a pesar de sus constantes esfuerzos. El duque de Montpensier se dedicó sobre todo a la administración de sus posesiones y a las actividades culturales. A sus propiedades en España había que añadir las que poseía en Francia y en Italia, como legado de la duquesa viuda de Galliera, propiedades en torno a Bolonia y Ferrara, el palacio Caprara, varios castillos y una renta anual de 600.000 liras. Antonio de Orleans se convirtió así en el miembro más rico de la Casa Real española. 

Durante la regencia de la reina María Cristina el duque de Montpensier siguió intrigando para ser nombrado regente él, pero su época ya habia pasado. Durante los siguientes años participó en numerosas actividades en el extranjero representando a la Casa Real española. En 1886 convirtió su propiedad Torre Breva en un terreno de cultivo de vides. En 1889 regresó a Sevilla falleciendo el año siguiente de un ataque de apoplejía. 

A partir de entonces su viuda, Luisa Fernanda, se dedicó al duelo y a las misas y rezos. Falleció en 1897. Luisa Fernanda fue enterrada en El Escorial junto a su marido y varios de sus hijos. Dejó San Telmo a la diócesis de Sevilla para que se convirtiera en un seminario. Legó el edificio de San Diego, que había sido un convento franciscano, con sus jardines a la ciudad de Sevilla, lo que hoy conocemos como el Parque de María Luisa. 

La mayoría de los bienes del duque de Montpensier pasaron a manos de su hijo Antonio. 

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