Frómista

El nombre de Frómista deriva de la antigua Frómesta (o Frumesta), que a su vez parece derivar de la palabra latina "frumentum" que significa trigo, y que haría alusión a su condición de tierra de trigo o de cereales.

Según documentos encontrados, sabemos que Frómista ya existía en el siglo IX, en este mismo emplazamiento, aunque se han encontrado objetos de civilizaciones anteriores, como la romana, de la que se cree estaba situada en otro emplazamiento cercano, por la cercanía del aljibe romano de Pozomingo. Durante la época visigoda, tuvo una relevante importancia, desapareciendo con la llegada de los musulmanes, para ser repoblada de nuevo en el siglo X.

Aunque no será hasta los siglos XI y XII cuando Frómista encuentre su mayor esplendor. Esta época es tiempo de plenitud para Frómista. Alrededor de 1066, según la referencia que se ofrece en el testamento de la Reina Doña Mayor, se funda el Monasterio de San Martín con su iglesia románica. En 1118 la Reina Doña Urraca, dueña de monasterio, hace donación de éste y de su jurisdicción a los monjes benedictinos de Carrión.

Desde el siglo XII hasta el siglo XV, Frómista estuvo dividida en dos jurisdicciones distintas: por una parte, el señorío eclesiástico que poseía el Abad de Carrión sobre el barrio de San Martín, y por otra, el señorío civil que ejercían los señores de Frómista sobre el resto de la villa. Entre estos últimos, destaca Gómez Benavides, que en 1427 consiguió unificar ambas jurisdicciones, al añadir el barrio de San Martín a su señorío, y en 1436 fundó el Monasterio de Nuestra Señora de la Misericordia, de monjes benedictinos.

Por otro lado, a finales de la Edad Media, en tiempos de los Reyes Católicos, hay que situar una obra de arte de gran importancia: el retablo de la iglesia de Nuestra Señora del Castillo. Las obras maestras del arte medieval en Frómista, así como los hospitales que tenía para los peregrinos, son fruto del Camino de Santiago, la gran ruta cultural y espiritual, que une España con el Occidente cristiano.

En el medievo aparecen los tres motivos que más fama han dado al pueblo: San Telmo, el milagro y los judíos.

Pedro González Telmo (1185-1246): Conocido como San Telmo, fue figura destacada del siglo XIII, y  
es invocado como patrono de las gentes del mar. Era sobrino del obispo de Palencia, quien le orientó hacia los estudios eclesiásticos. Fue nombrado canónigo y, estando vacante la dignidad de deán, fue promovido a ella por el Papa a instancias de su tío. Habiendo tenido noticia de la consecución de este puesto, Pedro se dispuso a celebrar su elección. Encontrándose en la Plaza Mayor de Palencia, quiso hacer caracolear a su caballo para excitar la admiración del público y conseguir su aplauso. Se lanzó pues, a toda brida; pero el caballo se encabritó en medio de la carrera, dio un paso en falso y tiró al jinete en un lodazal. Los espectadores celebraron la caída con gritos y burlas, y el joven y elegante deán quedó avergonzado por un momento. Pero reaccionó súbitamente y con voz potente exclamó: "¡Cómo! ¿Este mismo mundo, a quien yo tanto quería agradar, se burla ahora de mí? Pues bien, también yo me burlaré de él. Y desde ahora, vuélvole la espalda para llevar una vida mejor". Así fue como determinó servir a Dios con tanta y más atención con que antes había servido a su vanidad. Ingresó en el convento de Santo Domingo (San Pablo) y allí permaneció durante tres años. Posteriormente, predicó en el norte de España llegando a Tuy, donde murió en 1296.
La comunidad judía: Los judíos estuvieron presentes en Frómista desde siempre, debido a que Fernando I, dada la necesidad de repobladores, y por su justa fama de hombres hábiles, industriosos y activos, les concedió muchas facilidades para su establecimiento en Palencia. Además, durante el reinado de Alfonso X, el número de judíos se vio incrementado con los que huían del Al-Andalus perseguidos por almorávides y almohades. La comunidad judía de Frómista llegó a tener unas doscientas familias a finales del siglo XV, que conformaban aproximadamente la cuarta parte del pueblo. La expulsión de los judíos en 1492 supuso una sangría demográfica y
económica muy considerable.El Milagro: Un hecho acaecido en 1453 otorga al priorato de San Martín nueva fama, y el sobrenombre de "Villa del Milagro" a Frómista.

Un tal Pedro Fernández de Teresa pidió dinero prestado a un judío llamado Matudiel Salomón. Vencido el plazo, no devolvió el préstamo, y el judío le denunció a la autoridad eclesiástica, que le excomulgó. El hombre, como se vio excomulgado, pagó los dineros al judío, pero no se preocupó de confesarse y aclarar su falta. Cayó Pedro Fernández gravemente enfermo y pidió confesarse con el cura de San Martín, Fernández Pérez de la Monja, que acudió a administrarle los últimos sacramentos. Cuando el párroco quiso darle la Forma, ésta se hallaba adherida a la patena con tal fuerza que no pudo separarla. Perplejo, el sacerdote preguntó al enfermo si había ocultado algún pecado o si acaso estaba excomulgado. Acordóse Pedro de lo sucedido con Matudiel y se lo explicó al sacerdote, quien le absolvió y le dio a comulgar otra Forma. Después, Pérez de la Monja tomó la Forma del Milagro, tal como estaba en la patena y la colocó en custodia en San Martín. En la casa en la que acaeció el suceso se guarda la estola del sacerdote, ya deshilachada, y a la puerta aún se puede ver la llamada "piedra del milagro".

Siglos XVI y XVII-La decadencia: Comparados con la época medieval, los siglos XVI, XVII y XVIII son tiempos de decadencia. El régimen señorial pesaba sobre los pueblos, y no es extraño que la mayor parte de las gentes de tierra de Campos mostrara simpatía por el movimiento comunero. Sin embargo, el ejército comunero se hacía gravoso allá por donde pasaba. En 1521, a su paso por Frómista los vecinos se vieron obligados a pagar 250 ducados de oro para librarse del saqueo. La expulsión de los judíos, las pestes y otros desastres aceleraron la decadencia de la villa. Hacia 1591, en tiempo de Felipe II, Frómista tenía 521 vecinos, la mitad, aproximadamente, de los que había tenido cien años antes.

Siglos XVIII a XX-Inicio de la recuperación: A mediados del siglo XVIII la población había descendido a 217 vecinos. No había industrias ni apenas actividad comercial; la agricultura, exclusivamente de secano, era muy poco productiva; los árboles eran escasísimos y una de cada cinco casas estaba arruinada. Aquel panorama desolador comienza a cambiar cuando, a finales del siglo XVIII, se construye el Canal de Castilla. En 1773 el Canal alcanza Frómista, construyéndose cinco esclusas, cuatro de ellas unidas mediante el mayor salto de agua de toda la ría. El Canal supuso una animación moderada de la economía, propiciando el regadío, el transporte y la aparición de fábricas de harina.

La recuperación: Durante la primera mitad del siglo XIX la población aumenta, y se estabiliza en torno a los 1.500 habitantes. Hacia 1865 llegaba a Frómista el ferrocarril del Norte. Fue otra oportunidad para el pueblo, que no llegó a aprovecharse debidamente, a causa de la mala situación económica en toda la región.

Frómista ha tenido que superar en el siglo XX las crisis que hizo presa en toda la España rural. La población actual es de unos 1.000 habitantes. Sin embargo quedan motivos de esperanza vinculados a los dos caminos legados por la historia. El Camino de Santiago hace de Frómista etapa obligada para los amantes de la cultura. El camino de agua, el Canal, con las acequias para los nuevos regadíos, ofrece posibilidades para una agricultura más intensiva y variada, con mejores expectativas de producción.


IGLESIA DE SAN MARTÍN DE TOURS
Para los que amamos el románico, esta iglesia es una de las muestras mejores para seguir amándolo. Antes de pasar a hacer una pequeña descripción, nos detendremos a conocer el personaje a quién está dedicada. La advocación de San Martín, hace referencia a San Martín de Tours, obispo que fue de esa ciudad francesa. Cesar Juliano Martín nació en el 316 en Hungría y fue soldado de los ejércitos imperiales romanos. Se dice que estando en la ciudad de Amiens montado a caballo, un pobre se le acercó pidiendo limosna, como no llevaba ninguna moneda, partió su capa en dos y le entregó la mitad al pobre, el pobre en cuestión era Jesús.

En Frómista nació el dominico fray Pedro González Telmo (conocido como San Telmo, patrón de los navegantes y de la villa). Tiene dedicada una estatua en la población y fue bautizado en la Iglesia de San Martín. Algún autor ha denominado a esta iglesia con el nombre de San Martín del Milagro, en referencia al milagro que relatábamos anteriormente.

En su origen fue un monasterio benedictino fundado por la reina doña Mayor de Castilla, viuda de Sancho III el Mayor de Navarra. La construcción se puede datar a finales del siglo XI. Se sabe por el testamento de la reina doña Mayor que a su fallecimiento en el año 1066, la iglesia de San Martín ya estaba concluida, aunque en esto no hay acuerdo, hay quienes lo datan alrededor del año 1090. Se calcula que tardaría en construirse entre 15 y 20 años trabajándose de manera ininterrumpida. En el año 1118 el monasterio deja de ser benedictino y pasa a la orden de los cluniacenses dependiendo del Monasterio de San Zoilo en Carrión de los Condes.



Nos encontramos ante un templo que fue completamente restaurado, entre 1896 y 1904 se le quitaron todos los aditamentos no originales y se reconstruyeron todos los elementos originales. Esta restauración ha levantado muchas críticas, es tal su estado actual que parece un templo completamente nuevo. El artífice de esta admirable reconstrucción es el arquitecto Manuel Anibal Álvarez y Amoroso.

La iglesia tiene planta basilical, con tres ábsides, el central mayor que los laterales, transepto que no sobresale en planta, crucero, cimborrio y tres naves de cuatro tramos cada una. Dos torres campanarios cilíndricos a los pies de la iglesia. Todo el templo está realizado en piedra caliza. La influencia de la Catedral de Jaca es evidente, se especula que pudiera ser el mismo autor el que realizara esta iglesia o por lo menos comenzada por él, mientras que el resto de la obra fuera realizada por algún discípulo aventajado.

La iglesia presenta una simetría casi perfecta, solamente las portadas laterales no están alineadas 
frente a frente entre si. La sobriedad y pureza de sus líneas es más que evidente. Los ábsides orientados al este y semicirculares se dividen en dos cuerpos horizontales separados por unas impostas de ajedrezado. El cuerpo inferior carece de decoración mientras que en el cuerpo superior se sitúan las ventanas abocinadas, formadas por arcos de medio punto. En el ábside central encontramos tres ventanas separadas por tres estilizadas columnas que recorren todo el muro hasta la cornisa. En los ábsides laterales, dos ventanas, y en cada uno de ellos una sola columna de las mismas características las separan. Bajo el tejado de los tres ábsides encontramos una gran colección de canecillos. 
La iglesia dispone de tres portadas, todas ellas bastantes simples con imposta de ajedrezado y algún que otro adorno en forma de bola. Como excepción, la portada del norte que tiene columnas con capiteles historiados en bastante mal estado de difícil interpretación. La principal se sitúa a los pies de la iglesia, al oeste, y las dos restantes se abren en las fachadas laterales, una orientada al norte y la otra al sur. Todas las portadas disponen de un pequeño guardapolvos en la parte superior que protegen la entrada. Sin embargo la entrada al templo se realiza por otra puerta distinta, es la que hay abierta en el brazo sur del crucero, y que fue abierta como puerta de comunicación entre las dependencias monacales y el interior de la iglesia.

Muy interesante la existencia de dos altas y delgadas torres circulares situadas a los pies de la iglesia y que resultan extrañas por ser un tanto ajenas al románico español. Se consideran que son de influencia del norte de Europa donde este tipo de torres suele ser más habitual. Las mismas se corresponden con la época de construcción del edificio y no son añadidos posteriores. Por el interior de las mismas corren unas escaleras de caracol. Las mismas se cubren con unas pequeñas cubiertas circulares.

Crismón


El cimborrio al exterior es octogonal, mientras que en el interior es cuadrado y mediante el uso de trompas se vuelve en octogonal. En las trompas encontramos unos relieves que representan a los cuatro evangelistas, que parecen que sean añadidos. Por el interior el cimborrio se cubre con una cúpula semiesférica. El crucero forma un cuadrado perfecto al ser la nave longitudinal y la transversal de la misma anchura. La cúpula que hoy observamos no es la original, pues está reconstruida en su totalidad. En la clave de la bóveda se puede leer, la siguiente inscripción: Reconstruydo por el arquitecto Manuel Anibal. Reynando S.M. don Alfonso XIII. 1901.

La decoración de la iglesia se compone de tres grandes grupos; el primero usa molduras de ajedrezado que recorren todo el perímetro de la iglesia a distintas alturas. El segundo grupo lo forman los capiteles, esculpidos en las columnas que forman las ventanas de los absides al exterior y sobre todo en el interior de la iglesia, cuyas columnas están todas decoradas con capiteles de inspiración vegetal, animal y humana. También están decorados los capiteles situados en la puerta norte. El tercer grupo lo forman los canecillos, que recorren todo el perímetro exterior del tejado de la iglesia. En total son 315 canecillos que representan un gran número de figuras de inspiración variada: vegetales, geométricos, animales, monstruos, humanos y algunos otros de difícil interpretación. Muchos representan seres híbridos, y suelen mostrar actitudes eróticas u obscenas. Cerca de 80 de ellos son reconstrucciones modernas.

En el interior de la iglesia encontramos 50 capiteles, 30 de ellos con decoración vegetal y los 20 restantes con decoración figurada o historiada, unos pocos reconstruidos y otros tantos restaurados, pero todos ellos impolutos y sin mácula.

En el ábside central encontramos en el centro y sobre el altar un Cristo de finales del siglo XIII y a ambos lados dos esculturas exentas, una de ellas representando a San Martín de Tours talla del siglo XIV, y la otra a Santiago peregrino obra del siglo XVI.

Las tres naves se cubren con bóvedas de cañón divididas a tramos por arcos fajones que transmiten el peso a los ocho pilares de planta cruciforme con semicolumnas adosadas. El peso del edificio lo reciben los muros que como fácilmente podemos observar por los derrames de las ventanas son muy gruesos. Ello hace que las ventanas sean escasas y las que hay sean de pequeño tamaño. Los tres ábsides se cubren con bóvedas de horno.

Tres vanos abocinados en el ábside central y dos en los laterales, todos ellos formados por arcos de medio punto iluminan el interior de la iglesia, junto con la luz que entra por los vanos del cimborrio, el situado a los pies y tres mas en cada uno de los muros laterales.

Merece mención aparte, la decoración de los capiteles sobre todo los situados en el interior de la iglesia, pues forman por si solos un mundo de difícil interpretación. Los podemos agrupar en tres grupos: los vegetales cuya función es decorativa, los compuestos por animales unos representando el bien (pelícanos, palomas, águilas) y otros el mal (serpientes, lobos, lechuzas). A mitad camino tenemos los animales fantásticos cuya interpretación es dudosa ya que nuestra mente moderna y racionalista es imposible de reconocer en ellos su significado, cosa que el hombre medieval sabía perfectamente reconocer. El tercer grupo lo forman los capiteles historiados, representan escenas bíblicas y su función principal era el adoctrinamiento de los fieles ya que como es fácil suponer las gentes medievales no sabían leer y escribir y las representaciones gráficas eran la única manera de comprender perfectamente lo que los sacerdotes explicaban de palabra.

Otra mención merecen los canecillos, estos son unos elementos arquitectónicos que al igual que los capiteles guardan una enseñanza moral o un recordatorio que no debíamos olvidar pero que por desgracia si lo hemos hecho. Es por ello que las interpretaciones de su significado sean algunas veces muy problemáticas y discutibles. Lo que es evidente es que en San Martín de Frómista los canecillos que adornan su tejado es todo un mundo.

Destacaremos también la existencia de un crismón en el tímpano de la puerta que da acceso a la torre norte, y que algunos autores consideran no es original de la iglesia.

En el crucero norte, había adosada una capilla llamada de San Miguel construida en el siglo XIV aproximadamente y una escalera que permitía la subida al cimborrio. En esta misma fachada norte, se constata la existencia de un gran pórtico de la misma longitud que la iglesia con columnas de piedra y cubierta de paja y adobe.

En el crucero sur, se adosaban unas dependencias, que eran las habitaciones de los monjes, el refectorio, cocina etc, y que posteriormente sería utilizada también como sacristía. De la época de existencia de este local es la puerta que permite el acceso al interior de la iglesia como ya hemos comentado.

El cimborrio fue recrecido dando la sensación de tener dos pisos. En realidad el cimborrio fue utilizado como torre defensiva por los monjes. A este lugar se accedía por la escalera situada en el crucero norte, y por un puentecillo techado y volado que iba desde la escalera al cimborrio. Debido al gran peso de este cimborrio la iglesia amenazaba ruina y tuvo que ser desmochado este segundo cuerpo dejándolo en la forma que ahora vemos.

Iglesia de San Martín del Castillo


IGLESIA DE SANTA MARÍA DEL CASTILLO

Situada en la parte más elevada del pueblo, en el lugar dónde en 1379 levantó su fortaleza, de la que no hay restos, el Almirante Tovar. Es un interesante ejemplar ojival avanzado de principios del XVI.

Consta de tres espaciosas naves de excelente arquitectura, separadas por pilares y cubiertas con bóvedas estrelladas.


Iglesia de San Martín del Castillo

Destaca su portada renacentista y su torre cuadrada con bastante elevación. Causaba gran expectación su retablo mayor compuesto por veintinueve tablas, obra maestra de la pintura hispanoflamenca de finales del siglo XV. Narran escenas de la Virgen y Jesús y episodios del Antiguo Testamento, todas ellas marcadas por la influencia de los pintores Fernado Gallego y Pedro Berruguete. Fueron robadas y afortunadamente recuperadas y después de ser restauradas se encuentran en la iglesia de San Pedro.


Iglesia de San Pedro

IGLESIA DE SAN PEDRO

Edificada en el siglo XV en estilo gótico, si bien los planes iniciales fueron reformados a lo largo del 
siglo XVI, modificando su aspecto. Está formada por tres naves, divididas en cinco tramos y cubiertas con bóvedas estrelladas. Estas son más sencillas en la parte de la cabecera, la parte más antigua del templo y se van "complicando" a medida que nos acercamos a los pies de las naves. En el retablo que decora la capilla mayor, realizado por Francisco Trejo en el 1636, destaca el grupo del Descendimiento de la Cruz, atribuida al círculo de Juan de Valmaseda. La iglesia tiene la particularidad de estar ligeramente inclinada. El motivo es la existencia de un riachuelo a su lado, que habría puesto en peligro la estabilidad del templo en caso de haberse construido totalmente alineado y por este motivo se decidió desviarlo unos grados y construirlo en un terreno más firme. 

Altar Mayor

A los pies de la nave se construyó una torre campanario de aspecto muy robusto y con cuatro cuerpos de altura. En el tercero destaca una pequeña ventana geminada. En el superior se abren grandes ventanas que acogían las campanas. La puerta de acceso se encuentra en el muro sur. Es de estilo renacentista y fue esculpida por Juan Escalante a modo de arco triunfal romano.


Ermita del Otero

ERMITA DEL OTERO

Se tienen noticias desde el siglo XVI, fue iglesia hasta que en la segunda mitad del siglo XVIII, a causa de su mal estado, se mandó derruir conservándose únicamente el crucero y convirtiéndose en ermita mariana. En ella se encuentra una talla de la Virgen, Nuestra Señora del Otero, patrona de la villa, datada en el siglo XIV, aunque restaurada en los años 60 del siglo XX.

 



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