Francisco Franco Bahamonde. 177º a 188º Presidente desde 1938 a 1973

Durante su propia Dictadura (1936-19759 fue el cuarto Presidente de Gobierno desde el 1 de febrero de 1938 al 11 de agosto de 1939; el quinto desde el 11 de agosto de 1939 al 20 de mayo de 1941; el sexto desde el 20 de mayo de 1941 al 3 de septiembre de 1942; el séptimo desde el 3 de septiembre de 1942 al 18 de julio de 1945; el octavo desde el 18 de julio de 1945 al 18 de julio de 1951; el noveno desde el 18 de julio de 1951 al 16 de febrero de 1956; el décimo desde el 16 de febrero de 1956 al 25 de febrero de 1957; el decimoprimero desde el 25 de febrero de 1957 al 10 de julio de 1962; decimosegundo desde el 10 de julio de 1962 al 7 de julio de 1965; decimotercero desde el 7 de julio de 1965 al 22 de julio de 1967; decimocuarto desde el 22 de julio de 1967 al 29 de octubre de 1969; y decimoquinto desde el 29 de octubre de 1969 al 11 de junio de 1973.



    Nacido en Ferrol, el 4 de diciembre de 1892, en el seno de una familia de clase media de tradición marinera. Bautizado en la Basílica de San Francisco tuvo una infancia poco feliz, ya que el padre abandonó el hogar y es su madre quien se encarga de su educación. Fue un niño meticuloso, obstinado, astuto y prudente. Su voz, aflautada, y su apariencia física, le valieron el diminutivo de "Paquito", con el que se le conoció durante muchos años. En el año 1907 ingresó en la Academia Militar de Toledo donde le apodaron "Cerillito" y donde recibió el grado de segundo teniente de Infantería tres años después.

    Aprovechando la situación que se vivía en el Protectorado de Marruecos, ascendió rápidamente en el escalafón por méritos de guerra, permaneciendo allí destinado entre 1912 y 1926, con breves interrupciones: en 1923 era ya jefe de la Legión, y en 1926 se convirtió en el general más joven de Europa.

    La brillante carrera de Francisco Franco continuó bajo distintos regímenes políticos: con la dictadura de Miguel Primo de Rivera, de 1923 a 1930, dirigió la Academia General Militar de Zaragoza; con la Segunda República de 1931 a 1936, participó en la represión de la Revolución de Asturias del año 1934, fue comandante en jefe del ejército español en Marruecos el año 1935 y jefe del Estado Mayor Central, al año siguiente. El gobierno del Frente Popular lo alejó a la Comandancia de Canarias, puesto que ocupaba al estallar la Guerra Civil española. El golpe fue iniciado el 17 de julio en Marruecos y Franco llegó a Tetuán el 19 de julio para tomar el mando del Ejército de África.

    De ideas conservadoras, Franco valoraba sobre todo el orden y la autoridad. Desconfiaba del régimen parlamentario, del liberalismo y de la democracia, a los que creía causantes de la «decadencia» de España en el siglo XX; su postura era representativa del grupo de militares «africanistas» que veían en el ejército la quintaesencia del patriotismo y la garantía de la unidad nacional.



    Por tales razones Franco se sumó, aunque a última hora, a la conspiración preparada por varios militares para sublevarse contra la República en julio de 1936. El 20 de julio moría en accidente de aviación el general José Sanjurjo, que estaba destinado a dirigir el pronunciamiento militar. La Junta de Defensa Nacional, constituida el 24 de julio en Burgos por los militares sublevados distribuyó el mando del Ejército rebelde del Norte y del Sur entre los generales Emilio Mola y Francisco Franco. El 29 de septiembre de 1936 fue nombrado generalísimo de las fuerzas militares sublevadas y, el 1 de octubre, jefe del Estado. El fallecimiento en accidente de aviación del general Mola en junio 1937 le liberó de otro posible competidor. Otro tanto había sucedido al ser asesinado en la cárcel de Alicante en noviembre 1936 el fundador de Falange Española, José Antonio Primo de Rivera. El 19 de abril de 1937 era promulgado el Decreto de Unificación que unía a Falange con los tradicionalistas y ponía bajo la jefatura del caudillo, título preferido por el general, a la Falange Española Tradicionalista y de las Juntas de Ofensiva Nacional-Sindicalista (FET y de las JONS).

    El fracaso de la tentativa golpista en la capital y en buena parte del territorio nacional dio lugar a la Guerra Civil española, que duraría tres años y llevaría a Franco al poder. Tras pasar el estrecho de Gibraltar al frente del ejército de África, Franco avanzó por la península hacia el norte. Dirigió la guerra con criterios conservadores, muy alejados de la guerra rápida que propugnaban las doctrinas estratégicas modernas. La unidad impuesta en su bando contrastaba con los enfrentamientos que desangraban al bando leal a la República; la disciplina y la profesionalidad de sus fuerzas, con la politización y el voluntarismo de los milicianos republicanos. La ayuda militar que prestaron la Alemania nazi y la Italia fascista también contribuyó a la victoria final de Franco el 1 de abril de 1939.

    Terminada la Guerra Civil, Franco impuso en España un régimen de nuevo cuño, inicialmente alineado con los fascismos de Hitler y Mussolini, que eran sus aliados e inspiradores. A pesar de ello, no comprometió del todo a España en la Segunda Guerra Mundial, pues, dada la debilidad en que se encontraba el país, no consiguió de Hitler las desmesuradas compensaciones que pretendía por su apoyo, en la entrevista celebrada por ambos en Hendaya; tan sólo envió tropas voluntarias a combatir junto a los alemanes contra la Unión Soviética (la División Azul).



    En lo político, Franco instauró desde el principio una dictadura personal de carácter autoritario. Desde que terminó la guerra el 1 de abril de 1939 y hasta su muerte el 20 de noviembre de 1975, monopolizó un régimen que se confunde con su titular: el franquismo. Comprendió que si la Falange desaparecía para complacer a los aliados, la coalición de fuerzas que le habían ayudado a ganar la guerra -militares, monárquicos, católicos, carlistas y falangistas- quedaría inclinada a favor de los monárquicos. Falange fue en el extranjero la señal de identidad del régimen de Franco y esa fue una de las razones por la que nunca la desmanteló, a pesar de que se lo aconsejaron y de que hacerlo hubiera complacido a los aliados.

    España se vio aislada de la comunidad internacional durante más de una década, y ello propició una economía basada en un sistema corporativista y autárquico. Sin embargo, la Guerra Fría supuso un balón de oxígeno para Franco. A principios de los cincuenta, casi simultáneamente, Estados Unidos y la Santa Sede firmaron acuerdos de cooperación con su gobierno, dándole la legitimidad internacional que necesitaba. A ello siguieron la incorporación de España a las Naciones Unidas y el primer plan de estabilización económica, acordado con el Fondo Monetario Internacional.

    Sin una ideología definida más allá de su carácter confesional (católico integrista), unitario y centralista (contra toda autonomía regional o reconocimiento de peculiaridades culturales) y claramente reaccionario y conservador (los partidos y los sindicatos de clase fueron prohibidos). Copió de sus modelos fascistas la idea de una jefatura carismática unipersonal, con el apelativo de “Caudillo”, de un partido único (el Movimiento Nacional) y de un vago corporativismo (sindicatos verticales). La represión de la oposición fue feroz entre 1939 y 1945, continuando las ejecuciones políticas hasta 1975.

    En lo económico, optó por una política de autarquía que hundió a España en el estancamiento y el atraso, en contraste con la recuperación que vivía el resto de Europa; sin embargo, la necesidad de homologarse con los países occidentales y de reforzar la alianza con Estados Unidos le llevó a una progresiva liberalización económica a partir del Plan de Estabilización de 1959. Los años sesenta, con los “planes de desarrollo” y la influencia política del Opus Dei, ultraconservadora congregación católica, fueron de rápido crecimiento económico, industrialización, apertura y urbanización. Las mejoras materiales facilitaron el mantenimiento de Franco en el poder, a pesar del creciente anacronismo de su régimen; pero también produjeron cambios sociales que hicieron inviable su continuidad una vez muerto el general.



    En julio de 1969 se anunció que el príncipe Juan Carlos de Borbón sería el sucesor de Franco en la jefatura del Estado y un año después se firmó el primer acuerdo con el Mercado Común Europeo, antecedente de la actual Unión Europea. La astucia fue la cualidad que permitió a Francisco Franco mantenerse en el poder tanto tiempo, pues supo mantener un equilibrio entre varias fuerzas políticas dispares entre sí. Franco odiaba a los comunistas, a los masones y a los liberales y defendía la fe católica y los valores del Imperio Español por encima de todo. Se refería a la independencia de las últimas colonias españolas: Cuba, Puerto Rico y Filipinas, como "el desastre" y relacionaba a la izquierda con el mismo demonio.

    Hasta junio de 1973, cuando por primera vez cedió la jefatura del gobierno a su mano derecha, el almirante Luis Carrero Blanco, Franco fue al mismo tiempo jefe del Estado, del Gobierno y del Ejército. La sucesión en Juan Carlos I, nieto del último rey de España, Alfonso XIII, se cumplió tras la muerte de Franco el 20 de noviembre de 1975, pero no fue acompañada de una continuidad política, ya que, sin romper con la legalidad vigente, el nuevo monarca promovió una transición pacífica a la democracia.



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