Continúa el asedio a Gibraltar

Gibraltar

Desde el 12 de abril de 1781, había continuado el bombardeo a las fortificaciones británicas por parte de los cañones de tierra y las cañoneras de Barceló, hasta que la noche del 27 de noviembre, la guarnición inglesa, con 2.000 hombres organizados en tres columnas, destruyeron las obras de una pasarela que se había construido, a escasos metros de los muros atacados, regresando a la plaza antes de que amaneciera.

Jean Claude Michaud D'Arcon
Para reemprender el sitio, se nombró al reciente conquistador de Menorca, el duque de Crillon. El gran problema consistía en la estreches del istmo, que estaba muy fortificado por los ingleses y dominado por las baterias de la roca. La única alternativa era el ataque por mar, con el inconveniente de la potencia de las baterias inglesas, además de que en un enfrentamiento artillero mar-tierra, estas tenían ventaja por no sufrir los movimientos producidos por el mar.
Hubo proyectos para blindar buques con sacas de lana o con planchas de hierro, pero todos los proyectos quedaron relegados ante el presentado por Michaud d'Arcon, recomendado por el rey de Francia.
El proyecto consistía en utilizar cascos de navíos o fragatas, ya inutilizables, reforzando sus costados con una gruesa capa de madera, y cubiertas por un tejado a dos vertientes, en que rebotarían y serian desviadas las balas. Para evitar las balas rojas, toda la obra muerta, estaría constantemente humedecida por una red de tubos que llevarían agua de mar.

Crillon analizó con escepticismo la propuesta, además para el asalto, según el proyectista, se necesitarían 2.000 embarcaciones, que llevarían el grupo de desembarco. Esto también suscitó las dudas de Crillon.
Lo cierto es que, pese a todo, se siguió adelante con el proyecto, encargándose al arsenal de Cádiz,  10 cascos de entre 600 y 1.000 toneladas. Mientras se realizaban, Crillon activó las obras en tierra,  una vez que llegó a Algeciras el 18 de junio de 1782, construyendo en dos noches consecutivas, y sin ser vistos por el enemigo, dos trincheras hacia los muros de la plaza, con lo que se pudieron colocar, tres baterias de barbeta a poca distancia de la plaza.

Príncipe de Nassau
Se esperaba a la escuadra de Córdova, de vuelta del Canal de la Mancha,  para realizar la intentona, fijándose el 12 de septiembre. Como si fuera un espectáculo, llegaron numerosos personajes como, el príncipe de Nassau, a quién se le dio el mando de una batería; el conde de Artois, futuro Carlos X de Francia; y el duque de Borbón.

Carlos X de Francia
En una junta de generales se decidió que, el fuego debiera ser apoyado por ocho o diez navíos de la escuadra, que abrirían fuego sobre Punta Europa, mientras otros lo hacían hacia Levante. Las baterías serian apoyadas por las 40 cañoneras y 20 bombarderas de Barceló,  así como por las 86 piezas del istmo.

Punta Europa
Corría prisa, para evitar las negociaciones de paz que se estaban celebrando en París,  pero el día 13 amaneció con la mar tan movida que, impedía el uso de las cañoneras y dificultaba el de los navíos,  pues el balanceo dejaba la obra muerta a merced de los disparos de las baterías inglesas. Se decidió suspender su colaboración y dejar toda la responsabilidad del intento sobre las flotantes.
Las baterias estaban al mando de don Buenaventura Moreno, y eran 10 baterias con 140 cañones de bronce de a 24, servidos por 5.280 hombres. Demasiados hombres, pero hay que tener en cuenta que se preveía una larga duración.
El 13 de septiembre, sobre las 10 de la mañana quedaron situadas las baterias en posición,  iniciándose el duelo artillero que se prolongó por cuatro horas. La plaza se defendió disparando alrededor de 2.000 balas rojas. A eso de las 14:00 se declararon incendios en la Pastora y la Tallapiedra, dos de las tres baterias de 21 cañones, con lo que don Buenaventura Montes pidió a Crillon que diera por acabada la prueba y se volaran las baterias para que no cayeran en manos del enemigo. Crillon pidió a Córdova que enviase botes para rescatar a las dotaciones, cosa que no se pudo hacer debido a la intensidad del fuego enemigo. Por lo tanto las otras ocho baterias continuaron el fuego hasta la caida de la noche.
Al poco voló la Tallapiedra y al poco tiempo la Pastora, seguido de un incendio en la San Cristóbal, que reventó también,  lo cual sembró el pánico entre las dotaciones restantes, que abandonaron las baterias como buenamente pudieron, no sin antes volar las embarcaciones,  para evitar su captura.
Ignacio María Álava
Aun quedaba la posibilidad de rendir la plaza por medio del bloqueo, ya que necesitaban abastecimientos. Poco después, don Ignacio María Álava, con la fragata Santa Bárbara apresó una goleta y dos balandras que se acercaban a Gibraltar con suministros. Era previsible que mientras que una escuadra inglesa luchará con la poderosa flota de Córdova  (49 navíos, de ellos siete de tres puentes), un convoy aprovechará para llegar a Gibraltar. Por ello se dividieron las fuerzas en tres divisiones, pero la noche del 10 de octubre se desató un furioso temporal, tan fuerte que el San Miguel, incontrolable  fue a estrellarse junto al Muelle Nuevo de Gibraltar,  teniendo que rendirse. El San Dámaso perdió el bauprés y el trinquete,  quedando inútil, y el San Pablo, se despegó de la escuadra, no parando hasta Málaga. Sobre Puente Mayorga encalló la fragata Perpetua.  Como consecuencia la escuadra quedó desmantelada y dispersa, incapaz de entrar en acción.
El viento que había causado estragos en la escuadra española, sirvió para que apareciera la escuadra y convoy británicos, al mando de Howe, con 34 navíos, seis fragatas, tres brulotes y otros menores. El viento era tan fuerte y ante la amenaza de las cañoneras de Barceló en Punta Carnero, el convoy y la escuadra pasaron de largo, adentrándose en el Mediterráneo.

Almirante Howe
Córdova salió en su persecución como pudo, pero se quedó sin viento, lo que aprovechó Howe para entrar en Gibraltar. Desembarcados hombres y suministros, ante la presencia de Córdova,  puso rumbo a Inglaterra. El denodado Córdova dio orden de caza general, y a eso de las 05:47 del 20 de octubre, se pudo romper fuego a larga distancia. El cañoneo se prolongó  hasta las 22:00 horas, en que los ingleses, cuya obra muerta iba recubierta de cobre, cosa que les daba mayor velocidad,  quedaron fuera del alcance de franceses y españoles.
Fue el mayor combate entablado por las dos escuadras en línea, aunque fuera a larga distancia, lo que dio como resultado que ningún buque de ambas escuadras, sufriera daños de consideración.  Mayor aun que el próximo de Trafalgar y, curiosamente, en las mismas aguas. Por lo que hemos de considerar la importancia de este combate de cabo Espartel, aunque no tuviera resultado para ninguno de los contendientes.  En cualquier caso, ambos gobiernos, quedaron satisfechos de la conducta de los dos jefes. Howe fue nombrado conde y primer lord del Almirantazgo, mientras que Córdova fue ascendido a capitán general.

Cádiz
De nuevo se volvió a las operaciones de bloqueo, llegando así al 20 de enero de 1783, en que se firmaba en París,  los preliminares de la paz, suspendiéndose las hostilidades. El definitivo tratado de paz se firmó el 3 de septiembre, España recuperaba Menorca, la costa de América Central  y Florida. A Inglaterra se le devolvieron las Bahamas. Se intentó,  por parte de España, recuperar Gibraltar por vía diplomática,  pero de nuevo, y pese a las alianzas formales y los vínculos familiares,  Francia actuó según sus intereses, que consistían en que españoles e ingleses estuvieran enfrentados para tener siempre el apoyo de los primeros, en su lucha contra los segundos.

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