Marina de Guerra de los siglos XVIII y XIX: El armamento

Combate del Cabo Espartel

Durante el combate del cabo Espartel, Córdova comentaba en su parte, que la escuadra española solamente tenía dos navíos de tres puentes de los 32, mientras que los franceses tenían 5 de 14 y los ingleses 8 entre 34. Pero además, la artillería era muy inferior a la de franceses e ingleses.

Los navíos españoles de dos puentes, incluidos los más poderosos de 80, solo disponían de piezas de a 24 y de a 18; tres los llevaban de a 24 y 12; y el Castilla de 18 y 12. En cambio nuestros aliados franceses llevaban de a 36 en la batería baja y de a 18 en la alta; mientras que los ingleses de 32 y 18 respectivamente.

En los años siguientes apenas se puso solución, a pesar de que los progresos en la construcción de las piezas, disminuyendo longitud, y la mayor robustez de los barcos, permitía ese aumento en los calibres. El cambio tuvo que esperar al reglamento de 1803, por lo que sólo poco antes de Trafalgar, nuestros navíos llevaron baterías comparables a las de los ingleses.

Archivo General de la Marina, Álvaro de Bazán

Consultando los "Estados de Fuerza y Vida" conservados en el Archivo General de la Marina, Álvaro de Bazán en El Viso del Marqués (Ciudad Real), aunque no están los de los navíos Santísima Trinidad, Santa Ana y Rayo, si encontramos los de Príncipe de Asturias, Argonauta, Bahama, Monarca, San Leandro, Montañés, Neptuno, San Agustín, San Francisco de Asís, San Ildefonso, San Juan Nepomuceno y San Justo. Podemos observar que se sustituyen los cañones de a 8 libras de cubierta por carronadas y obuses, dando un total de 70 piezas más, entre los doce, que las que les corresponden por porte teórico. 

Cañón de 24 libras 

Los navíos de 80 cañones ya embarcaban en su primera batería piezas de a 36 libras y de 18 en la segunda, a excepción del Neptuno que en esa segunda batería montaba piezas de a 24 libras, por lo que su potencia de fuego era equiparable a un tres puentes.

En la referente a los de 74 cañones, solo el San Agustín y el San Juan Nepomuceno habían sustituido la primera batería de a 24 por piezas de a 36 libras. El San Francisco de Asís y el San Ildefonso, llevaban cañones de 24 libras tanto en la primera, como en la segunda batería, siguiendo una idea del Marqués de la Victoria, partidario de igualar los calibres. En Trafalgar, el navío inglés Mars había adoptado la misma distribución. 

Otra mejora se la debemos a don Cosme Damián Churruca, con la "Instrucción sobre punterías para el uso de los bajeles del Rey", publicada en Madrid por la Imprenta Real en 1805. En ella intentaba corregir prácticas tradicionales, como apuntar "por raso de metales", aconsejando las alzas; recomendaba dirigir los disparos de los obuses y de las piezas ligeras a la arboladura y cubiertas enemigas, mientras que las baterías bajas, lo harían contra el casco.

Cosme Damián Churruca 

Al ser dado de baja el Real Felipe seis años después de Sicié, solo quedaba un tres puentes en la Armada, el Santísima Trinidad, por lo que se encargaron dos más, el Purísima Concepción y el San José, con el sistema Gautier y construidos en Ferrol en 1779 y 1803 respectivamente. Resultaron buques de mediano rendimiento, por lo que se construyeron los tres puentes de 112 cañones, debidos al proyecto de Romero Landa:

Santa Ana, botado en Ferrol en 1784
Mejicano, en La Habana en 1786
Conde de Regla, en La Habana en 1786
Salvador del Mundo, en Ferrol en 1787
Real Carlos, en La Habana en 1787
San Hermenegildo, en La Habana en 1789
Reina Luisa, en Ferrol en 1791
Príncipe de Asturias, en La Habana en 1794

Aunque se inició uno más, el Real Familia, aprobado en 1793, con planos de Retamosa, que no llegó a concluirse. 

El tener la primera batería de 36 libras, y de 24 la segunda los hizo ser los buques más formidables construidos por cualquier potencia durante el siglo XVIII. A la vez, se potenció a otros buques, como en el caso del Santísima Trinidad aumentado a cuatro puentes, que pasó a ser el mayor buque de guerra de su tiempo; o el Rayo que pasó de 80 a 100 cañones. Ambos muy potenciados en su artillería, dejaron mucho que desear en lo marinero.

En Trafalgar, cuatro de los quince navíos españoles eran de tres puentes.

En Trafalgar, cuatro de los quince navíos españoles eran de tres puentes. El caso del peor artillado, era más ostensible en el caso de las fragatas. Desde la introducción del sistema de Jorge Juan, las fragatas no llevaban artillería en cubierta. Sin embargo la experiencia adquirida en la guerra de la Independencia de los Estados Unidos, fue determinante y el 1 de marzo de 1780 se ordenó poner artillería ligera a las fragatas. En general las fragatas españolas llevaban 26 piezas de a 12 o de a 8 en la batería, la reforma consistió a montarlas 8 cañones de a 6 en castillo y alcázar. 

Archivo Real de la Marina 

Otro disgusto, al ser apresada la Santa Margarita de 34 cañones, el 11 de noviembre de 1779 por la Tartar inglesa de 28. Una vez reparada, los ingleses cambiaron su artillado por 26 cañones de a 12, 10 de a 6 y 8 carronadas de a 18. Dos fragatas españolas, fueron tambien apresadas, demostrando la inferioridad con respecto a las inglesas. Hubo que esperar a la Real Orden de 20 de mayo 1785, donde se pensó abrir tres portas más en el alcázar y una en el castillo, para poder pasar en combate, las piezas de una banda a otra, más lógico fue rearmarlas, pasando el calibre principal de 8 a 12 libras.

Con mucho retraso, se emplazaron en cubierta los obuses Rovira, dejando la cubierta superior corrida, como ya disponían las fragatas inglesas. En el reglamento de 1803 se empezó a considerar la opción de armar las mayores nuestras con calibre de a 24, en lugar de a 18, pero lo normal es que embarcaran una batería mixta.

Pedrero 

Los pedreros ya no disparaban balas de piedra, sino saquillos de balas de fusil para herir a la dotación enemiga. Eran pequeños cañones de bronce de retrocarga, la recámara era móvil y se acoplaba ya cargada al resto de la pieza. No tenían cureñas, iban montadas sobre horquillas de hierro. Sus calibres eran de a 3 y de a 2 libras, aunque al final de siglo el calibre normal fue de 4.

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