Álvaro de Figueroa y Torres. 13º Presidente en 1912, 114º de 1912 a 1913, 116º de 1915 a 1917, y 122º de 1918 a 1919.

Durante el reinado de Alfonso XIII (1902-1931) fue el decimosexto Presidente desde el 14 de diciembre al 3 de diciembre de 1912; el decimoséptimo desde el 31 de diciembre de 1912 al 27 de octubre de 1913, el decimonoveno dese el 5 de diciembre de 1918 al 15 de abril de 1918. 




Nacido en Madrid, el 9 de agosto de 1863, era hijo segundón de Ignacio de Figueroa y Mendieta y Ana de Torres y Romo, marquesa de Villamejor. A los nueve años tuvo una caída de un coche de caballos que le produjo una cojera permanente. Esta minusvalía fue contemplada inmisericordemente por todos sus caricaturistas. Adulto y poderoso, mantuvo con su dinero durante bastantes años un pabellón de asistencia a niños cojos con doce camas, pagando sus prótesis.

    Se licenció en Derecho en 1884 y pronto entró en política, siendo elegido inicialmente en 1888 por un distrito de Cuba. Perteneció al partido liberal de Sagasta y Canalejas, y fue Alcalde de Madrid, dónde sanearía las arcas municipales, Presidente del Senado, 17 veces ministro y 3 veces Presidente del Consejo de Ministros con Alfonso XIII: la primera vez tres días tras el asesinato de Canalejas de 1912 a 1913, la segunda de 1914 a 1917 y la tercera en 1931. Fue nombrado en 1893 primer Conde de Romanones. No logró ser el líder indiscutido del Partido Liberal, pero sí el de la corriente más importante del mismo. Ligeramente escéptico, al compararle su oponente conservador Maura con el gran liberal británico Glasstone le contestaría en las Cortes "A Glasstone le quisiera ver yo aquí con esta tropa".

    Hoy su política no puede calificarse "de izquierdas", pero por aquel entonces el partido liberal era el sucesor de los antiguos "progresistas" del siglo XIX, siendo su política frecuentemente denostada por la "derecha" y por la iglesia de estos tiempos. Entre los avances sociales que el gobierno de Romanones aprobó podemos citar que en 1901 incorporó los sueldos de los maestros al presupuesto estatal, afirmó la libertad de cátedra y el 3 de abril de 1919 firmó el decreto llamado "de la jornada de ocho horas". Aliadófilo, estuvo a punto de entrar en guerra con Alemania por los torpedeamientos de buques españoles en la Primera Guerra Mundial.

    Aunque católico, Romanones fue muy contestado por la Iglesia, especialmente por el obispo de Tuy, cuando hizo una ley de matrimonio civil en el que no se obligaba a los que se casaban a declarar su religión. Reanudó las relaciones con el Vaticano y aunque firmó acuerdos muy favorables con la iglesia, era celoso partidario de que el poder religioso no pudiera influir sobre el poder civil en modo alguno. Hizo que no fuera obligatorio en las escuelas aprender el catecismo a los no católicos.

    Logró ser elegido por Guadalajara, ininterrumpidamente desde 1891 a 1923, a veces sin candidato en contra, independientemente de qué partido gobernara en ese momento. Eso tiene su "mérito" especialmente cuando abundaba el "pucherazo": el gobierno se turnaba entre liberales y conservadores, siendo el partido que gobernaba el que colocaba sus candidatos y "preparaba" las elecciones siguientes de modo que siempre obtenía mayoría. No existía una representación del pueblo tal y como ahora la entendemos. Muestra del control que ejercía Romanones en Guadalajara, incluso en sus comienzos como político, es que llegaría a salir elegido a pesar de que su propio partido apoyaba a otro candidato.

    Como decía el chascarrillo "no se que partido va a ganar las elecciones, solo se que Romanones saldrá elegido por Guadalajara". Una de las veces que perdió el poder, con el consiguiente cese de funcionarios nombrados, se bromeó en un periódico acerca del supuesto tren especial que hubo que hacer desde Madrid a Guadalajara para devolver allí a todos los funcionarios que Romanones había colocado. Romanones indica en sus memorias que el periódico logró el efecto contrario, que le votaran más en Guadalajara para poder así "situarse". Buscaba empleo a aquellos que le apoyaban. Tal era su control que Romanones pudo colocar a veces otros tres candidatos afines más en la provincia (por Pastrana, Sigüenza y Brihuega), entre los que destacara su secretario de confianza y amigo Manuel Brocas, José Abril y Gómez Acebo. El Conde de Romanones controló gran parte de la provincia de Guadalajara, haciendo y deshaciendo a su antojo durante el reinado de Alfonso XIII. En una elección en Guadalajara su oponente ofreció tres pesetas a todo el que le votara. Romanones ofertó cambiar las tres pesetas por un duro a todo el que cambiara su voto, y se llevó "el gato al agua", perdiendo su oponente la votación y las tres pesetas.

    Su carrera como diputado y ministro quedó interrumpida por la Dictadura de Primo de Rivera, contra el que conspiró en la "sanjuanada" de 1926. De nuevo participa en la caída del Dictador en 1930 y, tras ésta, se encontró de nuevo en el poder presidiendo el último gobierno de la monarquía, pero tras las elecciones de abril de 1931, tuvo una entrevista con Alcalá-Zamora tras la que se produjo sin violencia el traspaso de poderes al Gobierno Provisional Republicano. Romanones, a la vista de la situación popular, pactó el 13 de abril una transición sin violencia ni intervención militar a cambio de garantizar la vida de Alfonso XIII y su familia.


    Fue diputado monárquico por Guadalajara en las Cortes constituyentes de la República, nuevamente diputado en las elecciones sucesivas e incluso en la de 1936. Por su fidelidad al monarca, llevó la defensa de Alfonso XIII en el juicio que al comienzo de la República le hicieron en las Cortes. No participó en el "alzamiento", que le sorprendió en San Sebastián, pasando a Francia con ayuda del embajador francés. Volvería a la "zona nacional" en 1937, apoyando a los sublevados aunque sin poder político pues la Falange no olvidaba su pasado liberal, anglófilo y monárquico.

    Estuvo casado desde 1888 con Casilda, hija del político Alonso Martínez, tuvo tres hijos varones y una sola hija Casilda de Figueroa que fue duquesa consorte de Pastrana al casarse con Rafael de Bustos. Su hijo José murió en combate en Marruecos en 1920.

    Romanones fue un hábil escritor llegando a ser Académico de la Historia y Académico de Bellas Artes de San Fernando. Durante la República escribió sus memorias. Obras suyas fueron "Breviario de Política Experimental", "Biología de los Partidos Políticos", "Amadeo de Saboya", "Observaciones y Recuerdos" y "Notas de mi vida". Sin embargo, he de decir negativamente que a pesar de ser ya Académico, autorizó en 1913 la venta al Museo de Berlín del Retablo de Monforte de Lemos, con la obra "Adoración de los Magos" de Hugo van der Goes. Era vivo de genio y según él "católico sí pero enemigo de la intransigencia religiosa y de la influencia del clero".

    Murió en Madrid. El 11 de septiembre de 1950. Su entierro fue multitudinario, llevando la comitiva su féretro hasta la estación del ferrocarril. Tras llegar a Guadalajara, sus partidarios y deudos le enterrarían bajo la atenta vigilancia de las autoridades de aquel entonces.

    Afirmó en una de sus obras que "al régimen parlamentario no se le ha encontrado, hasta la hora presente, ventajoso substituto", afirmando su fe en "la voluntad popular". Este alegato por la democracia puede sorprender viniendo de alguien que controló todas sus elecciones sucesivas. La Redacción de la revista "La Aventura de la Historia" dice de él que "fue paradigma del caciquismo, pero, también, excelente administrador, renovador del liberalismo español y político preocupado por el mundo de la educación, que modernizó significativamente".



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