El Desastre del Vapor Sultana
El SS Sultana fue un barco
de vapor que había sido construido en 1863 en Cincinnati, para destinarlo al
comercio del algodón a lo largo del río Mississippi. Fue destruido a causa de
la explosión provocada por una caldera en mal estado el 27 de abril de 1865,
luego de una serie de malas decisiones y varias reparaciones fallidas
constituyendo el mayor desastre marítimo de la historia de los Estados Unidos,
con unos 1800 fallecidos de sus 2400 ocupantes.
Bajo el comando del Capitán
J. C. Mason de San Luis, el Sultana partió desde Nueva Orleans el 21 de Abril
de 1865 con 100 pasajeros, tripulantes y cabezas de ganado para el mercado de
San Luis. En Vicksburg, Mississippi la embarcación detuvo su viaje para una serie
de reparaciones en sus calderas y para que aborden más pasajeros. En vez
de reemplazar la caldera estropeada, se colocó un pequeño parche para reforzar
el área donde se encontraba la fuga. Esta reparación tomo alrededor de un día,
el mismo tiempo que se hubiese necesitado para reemplazar la caldera rota.
En el tiempo que el Sultana
estuvo en el puerto, grandes cantidades de gentes, tanto civiles como soldadas
de la Unión, intentaban subir al barco de una manera u otra. Más de 2000
hombres subieron a la embarcación en aquel día.
La causa de la explosión fue
principalmente debida al pobre trabajo realizado en las reparaciones. Al tener
que navegar en contra de la corriente del rio, la presión excedió lo normal,
consecuencia de lo cual hizo que la caldera explotara. La explosión fue enorme,
arrojo a varios pasajeros a las aguas heladas del rio, logrando que muchos
mueran de hipotermia mientras que el resto del barco ardía por causa de la explosión,
convirtiendo su superestructura en un infierno, una bola de fuego en el medio
del agua que se podía ver desde Memphis.
El barco tenía
una capacidad legal de 376 personas entre tripulación y pasajeros. Cerca de los
500 supervivientes que no murieron ahogados, congelados, ni incinerados, muchos
de ellos con horribles quemaduras, fueron trasladados a hospitales de Memphis varias
horas después del suceso. Alrededor de 300 de ellos murieron con posterioridad
a causa de sus heridas. Continuaron encontrándose cadáveres de las víctimas río
abajo durante varios meses después del accidente.
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