María Amalia de Sajonia, esposa de Carlos III


    Nacida en el palacio de Dresde, el 24 de noviembre del año 1724, era hija de Federico Augusto III, príncipe elector del Imperio, duque de Sajonia y rey electo de Polonia, y de la archiduquesa María Josefa de Austria. En el año 1738, contrajo matrimonio con el entonces rey de Nápoles, Carlos VII, quien más tarde sería proclamado rey de España, con el nombre de Carlos III, tras la muerte de su hermanastro Fernando VI, en el año 1759. María Amalia apoyó siempre las medidas reformistas que su esposo intentó llevar a la práctica durante su reinado en Nápoles, como lo demuestra el gran apoyo que la reina concedió al gran ministro Tanucci, quien aplicó bastantes medidas reformadoras, todas ellas de corte ilustrado.

Una vez instalados los nuevos monarcas en el trono español, Carlos III concedió a su esposa una importante parcela política en los asuntos más relevantes de Estado. María Amalia de Sajonia logró apartar de la política a la intrigante madre de Carlos III, Isabel de Farnesio, la cual había actuado como regente en el tiempo transcurrido entre la muerte de Fernando VI y la llegada de los nuevos reyes desde Nápoles. El ostracismo al que condenó a su suegra hizo que las relaciones entre ambas mujeres se deteriorasen progresivamente, a lo que se sumó la grave enfermedad que contrajo María Amalia de Sajonia en su último año napolitano, como consecuencia de una desgraciada caída del caballo, circunstancia que agrió, en grado sumo, el carácter antaño risueño y alegre de la reina. 

    María Amalia de Sajonia no se adaptó nunca a la corte española, la que juzgaba aburrida y constreñida en comparación con la napolitana, lo cual provocó en la reina una gran melancolía y nostalgia que agravó más aún la enfermedad. Los continuos catarros y el insufrible dolor de costado, provocado por la caída, aceleraron su prematura muerte, acaecida el 27 de septiembre del año 1760, en el palacio del Buen Retiro. 

    María Amalia tuvo trece hijos con el rey Carlos III, de los que, el primogénito fue declarado nulo para reinar, por su manifiesto retraso mental; el segundo, Carlos Antonio, fue proclamado príncipe de Asturias y heredero a la corona, que reinó con el nombre de Carlos IV; finalmente, el tercer hijo varón, Fernando, heredó el reino de Nápoles.

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