Juramento de los Horacios


Juramento de los Horacios es una obra realizada en 1784, antes de la Revolución francesa. El cuadro tiene una dimensión de 330 x 425 cm y se conserva en el Museo del Louvre. Se le considera el paradigma de la pintura neoclásica.

En él se representa el saludo romano, con el brazo extendido y la palma hacia abajo. El tema de la pintura tiene una perspectiva extrema patriótica y neoclásica; más tarde se convirtió en modelo a seguir por futuros pintores. Aumentó la fama de su autor y le permitió mantener a sus propios estudiantes.


JACQUES-LOUIS DAVID

Nacido en París el 30 de agosto de 1748. Huérfano de padre a los nueve años, quedó bajo la protección de su tío y tutor, el arquitecto Desmaisons, y de su padrino, Michel Sedaine. Éstos le proporcionaron una temprana educación en humanidades y dibujo, primero en la Academia de Saint-Luc y luego en el taller de Joseph-Marie Bien.

En 1775 está como pensionado en Italia en compañía de Vien que había sido nombrado Director de la Academia Francesa en Roma. Durante los cinco años de estancia dibujó incesantemente los modelos de la antigüedad, pero también se entusiasmó, en los viajes por el país, con las pinturas de los viejos maestros como Correggio o Rafael.

A su regreso a Francia comienza a evidenciar lo que había aprendido durante su pensionado, sus obras reflejan un perfecto conocimiento de la historia antigua griega y romana y la soltura en el empleo de los detalles arqueológicos; un colorido nada brillante con contrastes de luces y sombras le permite graduar el dramatismo, algo que ha recogido de las pinturas de Caravaggio y de sus seguidores. Sin embargo, aún está en la línea de un Poussin renovado por los temas de exaltación de las virtudes patrióticas.

David se comprometió con la Revolución y llegó a ser diputado y presidente de la Convención; su voto apoyó la ejecución del rey Luis XVI y de María Antonieta. Se ocupó en organizar y escenificar los actos y fiestas patrióticos; sus cuadros de aquellos años son auténticos manifiestos de la Revolución. La caída de Robespierre supuso la cárcel para David y la retirada de sus cuadros. A la llegada al poder de Napoleón recuperó su prestigio artístico bien alimentado por un taller en el que se daban cita discípulos luego de renombre como Gros, Gerard, Girodet o Ingres. Su estilo se adaptó pronto a representar las glorias y virtudes del Emperador al que sirve de propaganda. La derrota de Napoleón trajo el exilio para David, su pintor, que se refugió en Bélgica donde siguió dedicado a la pintura y a su enseñanza, pero cada vez con un estilo más descolgado de las modas del momento. Su muerte en 1825, fue el final de una trayectoria artística que marcó toda una época.

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