Castillo de Burguillos del Cerro


El castillo se alza en un cerro rocoso en la localidad de Burguillos, provincia de Badajoz. A mediados del siglo XIII, la plaza cayó en manos de los cristianos, siendo entregada por Fernando III a la Orden del Temple en el año 1238. No se han encontrado restos de la época musulmana, lo más antiguo que se conserva corresponde a la fortaleza templaria y a los dueños sucesivos desde comienzos del siglo XIV, cuando se extinguió la Orden del Temple, especialmente durante la posesión de don Alfonso Fernández Coronel, señor de Aguilar, que ostentaba el señorío sobre Burguillos y su castillo a mediados del siglo XIV, tras los templarios. Hacia el año 1374 eran sus propietarios los Vargas, y desde finales del siglo XIV hasta bien entrado el siglo XVI los Zúñiga, duques de Béjar. Las partes más importante de lo que hoy persiste en el castillo corresponde al siglo XIV, a las que se sumaron algunos añadidos durante el siglo XV, cuando eran señores del lugar los Zúñiga.


En la fortaleza se identifican, claramente, dos partes, aunque en distinto estado de conservación. En lo alto del cerro se encuentra el bloque principal de la fortaleza, el castillo propiamente dicho, de forma aproximadamente rectangular y con torres en sus esquinas, sobresaliendo la torre del homenaje. El monte se encuentra recorrido a media altura por una barbacana o antemuralla exterior.


Lo más destacado del castillo es su voluminosa torre de Homenaje, formada por un cuerpo superior retranqueado, raramente visto en Extremadura, y un cuerpo inferior más voluminoso, de cuya parte superior sobresale un gran matacán que protege la puerta de acceso. En el interior de la torre destaca la estructura de la sala del cuerpo inferior, con dos cúpulas, y la disposición escalonada de la cubierta de las escaleras que ascienden embutidas en el muro, a base de arcos o pequeños cañones de ladrillo sobre muros de piedra, en una forma similar a la que se puede ver en otras fortalezas, como la de Monfragúe, bastante alejada de ésta. 


En las otras esquinas del recinto principal se levantan sendas torres, una prismática y dos redondas, configurándose en el interior un patio de armas donde se emplazaban las diversas habitaciones y cámaras de la fortaleza, así como un aljibe.


La entrada a este recinto se efectúa en un paramento de sillería a través de una atractiva puerta gótica ligeramente apuntada, sobre la que campea un escudo con una banda adragantada, protegiéndose el acceso por un poderoso matacán parecido al de la torre del homenaje, del que sólo se conservan sus cuatro grandes ménsulas y la parte inferior del pretil.



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