Ainsa



Se encuentra en la comarca de Sobrarbe, correspondiente al antiguo Reino o Condado del mismo nombre surgido hace más de un milenio al norte de la provincia de Huesca. En un lugar privilegiado, entre el Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido, el Parque Natural de los Cañones y la Sierra de Guara y el Parque Natural Posets-Maladeta, Ainsa es la encrucijada más importante de vías de comunicación de este sector pirenaico.

Su núcleo original, que se emplaza en un promontorio sobre la confluencia de los ríos Cinca y Ara, sobre un alto de 589 m. de altitud, desde donde se domina el entorno, está formado por dos calles casi paralelas, la calle Mayor y la calle Santa Cruz, por la plaza Mayor que se sitúa a continuación del castillo situado en una explanada, a proximidad de la Cruz Cubierta, templete donde la leyenda sitúa el milagro de la aparición de la cruz de fuego.

En un tozal al norte del actual pueblo se encontró restos de pequeñas construcciones, sin estudiar todavía, con alguna muestra de cerámica romana. Pero, ante la falta de documentación, desconocemos la evolución histórica de Ainsa hasta 1124, cuando Alfonso I le otorga una Carta Puebla, con los mismos fueros que la ciudad de Jaca.


Se data en el año 724 la leyenda de la Cruz de Sobrarbe: Los cristianos que han huido del dominio musulmán se reúnen en Ainsa y acometen la reconquista. Las tropas cristianas, dirigidas por Garci-Ximeno consiguen ganar la batalla gracias a la aparición, sobre una carrasca, de una cruz luminosa, que les dió coraje para recuperar la ciudad. La victoria es conmemorada todavía en nuestros días con la fiesta bianual de “La Morisma”. La cruz sobre la carrasca es el símbolo del Sobrarbe y aparece en uno de los cuarteles del escudo de Aragón. 

El castillo de Ainsa, Data de los siglos xi y xvii: siendo una obra de varios siglos que conserva muy pocos elementos del original edificio románico. Destacan en él la Torre del Tenente, de planta pentagonal, hoy convertida en un EcoMuseo, el gran patio de armas y un portalón que se abre a la plaza Mayor. Formó parte de la línea de defensa de los territorios cristianos, línea que se extendía hasta Abizanda, y se convirtió en el embrión de la villa, que en tiempos de la Edad Media fue amurallada, y se convirtió en la capital del condado de Sobrarbe que perteneció al reino de Nájera-Pamplona, antes de que éste diera lugar al reino de Navarra y luego se integrara en el reino de Aragón.

En 1124 el rey Alfonso I, el Batallador otorgó la Carta puebla por la que se beneficiaba a sus habitantes con el fuero de Jaca.


La importancia de la plaza llevó que la iglesia de Santa María fuera concebida también como defensa, tal y como atestiguan las saeteras de su torre. Es una Iglesia románica iniciada en el siglo XI y finalizada en el XII. Se consagró en 1181. De sencilla portada de cuatro arquivoltas apoyadas en otros tantos pares de columnas de capiteles labrados. Desde el interior del templo de única nave con bóveda de medio cañón apuntado. Su torre, de dimensiones únicas en el románico aragonés, hace imprescindible su visita, con saeteras para la defensa.

Durante los siglos XIII al XV, le fueron concedidos, por los diferentes monarcas un gran número de privilegios, que nos muestran la gran importancia que la Villa de Ainsa adquirió en el medievo, sobre todo en el ámbito comercial, con la celebración de importantes ferias anuales, y que la convirtieron en el núcleo principal de una comarca más poblada que la actual. Es de destacar tambien, monumentos como la Casa de Bielsa, del siglo xvi o xvii con unas ventanas reseñables que destacan de las construcciones del entorno; o la Casa Arnal del siglo xvi ejemplo de edificación típica de la comarca con sus portadas y rejas. El concepto de casa no abarca únicamente el edificio físico, sino que se extiende a las propiedades familiares y a los miembros que componen la familia o conviven en ella. Presidida por el edificio del ayuntamiento y abierta al castillo, se rodea por soportales en ambos lados. En estos soportales se ubican sendas prensas comunitarias en las que se realizaba la prensa de la uva.

En los siglos XVII y XVIII se producirá un prolongado decaimiento de la villa, a excepción de su Colegiata que conseguirá más poder que en siglos anteriores, que se verá agravado puntualmente por la Guerra de Sucesión y las guerras carlistas.


Ainsa se mantiene así hasta la década de los cuarenta, en el siglo XX, en que recuperará su peso comercial en la comarca. Ahora, no en su casco antiguo, sino en el privilegiado enclave del cruce de carreteras, a los pies de la colina. Todo esto ha permitido que se haya mantenido tanto la autenticidad de las construcciones como la estructura de la villa medieval. 

En el año 1965 el Casco Antiguo de Ainsa es declarado Conjunto Histórico-Artístico, aunque desde 1931 la parroquia y el castillo tenían categoría de Monumento Nacional, y una posterior restauración devuelve la belleza de la antigua Villa.

Su término municipal era muy pequeño hace medio siglo, pero debido a la alarmante despoblación de la comarca, el Estado inició una política de fusión de municipios con objeto de concentrar esfuerzos. El actual municipio recibe el nombre de AINSA-SOBRARBE, con una superficie de 285 Km2, uno de los más extensos del Alto Aragón, que reúne veintitrés pequeños núcleos de población. Los sectores del comercio y turismo son los que con más fuerza se desarrollan, aunque todavía existen explotaciones agrícolas y ganaderas.

La pérdida de importancia de la comarca del Sobrarbe llevó a una relajación de la actividad de Ainsa que se mantuvo en un estado de subsistencia hasta principios del siglo XX cuando las actividades tradicionales se vieron perturbadas con los planes de construcción de diferentes presas, pantanos y otros sistemas hidráulicos, destinados a la producción de electricidad y al suministro de agua para la llanuras del Ebro.

Esta actividad llevó a la expropiación y pérdida de las mejores tierras de cultivo de los valles y a la emigración de sus gentes. Muchos de los pueblos vecinos vieron cómo desaparecían la totalidad de sus habitantes y en otros como éstos disminuían drásticamente. Esto llevó a que pasaran a depender del ayuntamiento de Ainsa.

La limitación de recursos de todo tipo que la baja densidad de población y la complicada orografía llevaron a una crisis importante a mediados del siglo XX. Esta crisis fue superada mediante el recurso turístico y el florecimiento del turismo rural y natural.

La creación de varios parques naturales, primero el de Ordesa y Monte Perdido seguido de otros como el de la Sierra de Guara y la afición a la montaña y a los deportes de aventura se convirtieron en la actividad económica más relevante.

El propio núcleo urbano original de Ainsa es en sí mismo un monumento digno de visitarse, tal como se reconoció en su declaración de Conjunto Histórico Artístico.

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